Son las cinco y media de la mañana y ya está en pie, haciendo bueno el dicho A quien madruga, Dios le ayuda. Dios o el Padre Manjón, tanto monta, monta tanto. Don Joaquín es donJoaquín, así, todo seguido, inseparable el tratamiento del nombre. Nadie osaría llamarlo solo por el de pila, pero no ya por una cuestión de respeto, más propio de otros tiempos, de aquellos primeros años cuando llegó a Sargentes de la Lora, no cumplidos los 27, sino porque se lo ha ganado a pulso, haciendo de su vida un refugio para arropar a cuantos lo necesitan; por eso, al hablar de él hay que diferenciarlo, don Joaquín no es un cura al uso, si siquiera es un hombre al uso como para que sus convecinos digan... Mira, por allí viene ‘el Joaquín’, por muy del pueblo que sea.
A punto de cumplir los 76 años -el próximo 26 de este mes-, a este cura le espera un 2021 muy intenso porque nadie en el municipio va a dejar pasar por alto que se cumplirán entonces 50 años de su llegada a Sargentes, medio siglo ininterrumpido en la localidad y no exclusivamente de sacerdocio; don Joaquín ha predicado no solo con la palabra, sino con sus obras y con su vida. Es el ángel de la guarda de los vecinos de Ayoluengo, Valdeajos, los Tozos, Sargentes... En todos estos pueblos se ha arremangado la sotana cuando ha hecho falta; la sotana entonces, y después, el buzo para arreglar sus iglesias, caminos... Ha llegado a limpiar el Rudrón en algunos tramos, hasta pidió permiso a la CHD -tan estricta con estas actuaciones- y se lo concedieron por cinco años. Nunca le ha faltado tampoco la ayuda de algunos lugareños, es mucho don Joaquín para que nadie le lleve la contraria, para negarle algo.
Ya no es aquel joven que llegó a un pueblo alborozado porque 7 años antes había salido petróleo de las entrañas de la tierra; en 1971, cuando le destinaron a esta zona ya estaba más tranquila, pero cuenta que aún fue testigo de la construcción de 19 pozos. También asistió al cierre del campo, que ha sumido al municipio en una gran desolación.
Hoy no camina tan erguido, sino algo encorvado, pero con el paso firme, eso sí, y las manos entrelazadas en la espalda. Pero este cura sigue siendo tan necesario en este lugar como entonces, eso dice él, y razón debe tener para que ni el propio Arzobispado se haya atrevido a ‘moverlo’ durante todas estas décadas. Cuando alguna vez se lo han sugerido, él ha echado mano de diplomacia y de una frase muy suya: «Aquí tengo aún mucho trabajo por hacer desde las 5,30 que me levanto». Y no se está refiriendo solo a su labor pastoral, que también, sino a su faceta intelectual, porque don Joaquín es un investigador que anda siempre husmeando en libros, archivos y documentándose para escribir y reeditar.
(El reportaje completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)