Dejé por ti mis bosques, mi perdida arboleda, escribió Rafael Alberti al poco de recalar en Roma, último destino de su interminable exilio. El poeta que volcó su luminosa memoria en el imprescindible libro La arboleda perdida quizás hubiese sentido como un arañazo, de haber sido burgalés y no gaditano, la tala que se está llevando a cabo en el parque de El Parral, ese pulmón de Burgos tan singular, tan especial de la ciudad. La polémica en torno a la eliminación de los árboles de este recinto no ha desfallecido desde que se emprendió su mejora. Pero informes y denuncias al margen, hay una realidad que se impone y que, pese a que está vetado el acceso al parque mientras dure la actuación, es visible desde fuera, desde cualquiera de los puntos del muro que lo cierra: la masa forestal se ha visto notablemente reducida.
Los vecinos del entorno, habituales paseantes de este recoleto espacio consultados por este periódico, lo tienen claro: se ha hecho una escabechina. No ponen en duda que podría haber ejemplares enfermos que, llegado un punto, pudieran acarrear algún problema o algún susto y que su tala está más que justificada. Pero ¿tantos? Se preguntan señalando aquí y allá desde el otro lado del muro, apuntando calvas que se atisban en lontananza, no tanto guiados por los tocones y troncos que se acumulan en alguno de los puntos del parque desde hace tiempo como por el conocimiento que tienen del Parral.
El último informe elaborado por técnicos, que no se ha hecho público en su integridad, dictamina que la tala definitiva se quedará en 69 árboles cuando la intención primera pasaba por la eliminación de más de un centenar. Ese «estudio exhaustivo que ha seguido las recomendaciones de expertos en arboricultura y diagnóstico de riesgo, así como un criterio conservacionista» ha conseguido detener la sangría en este punto, pero fuentes consultadas por este periódico han manifestado que, bien estudiado y bien analizado, se podría incluso haber evitado la tala de la mayoría de estos ejemplares. Cabe recordar que aunque predominan los chopos, los álamos y los pinos, en este parque cuyo origen tiene sus raíces en la Edad Media hay castaños, abedules, cedros, catalpas, algarrobos, fresnos, acacias, nogales, plátanos, saúcos y tilos, entre otras especies variadas que lo convierten en uno de los pulmones de la Cabeza de Castilla.
Si bien es cierto que la fauna parece no haberse visto afectada por las actuaciones llevadas a cabo en los últimos meses en este parque, lo cual es de celebrar porque era «importante» según los expertos, hay voces que defienden que si, desde un principio, se hubiese acometido una acción conservacionista -esto es, con podas medidas, calculadas- se hubiese podido evitar la desaparición de buena parte de los ejemplares, lo que hubiese dejado este reducto casi intacto con el convencimiento de que no se produjese ningún problema relacionado con la seguridad de los paseantes del parque.
Polémica. La Fiscalía de Burgos archivó el pasado mes de junio las diligencias practicadas por el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) en relación a la tala de árboles del Parral. De la conclusión del informe no podía desprenderse la existencia de indicios de delito medioambiental (lo que motivó la denuncia) y, por lo tanto, el procedimiento finalizó ahí y no fue remitido al juez. En el citado informe, el Seprona había puesto de manifiesto que la actuación ejecutada no había constituido perjuicio alguno para las especies protegidas, por lo que no había que lamentar daños de consideración ni en la flora ni en la fauna del parque.
Patrimonio Nacional, ente responsable de El Parral, ha defendido siempre que los trabajos de corta contemplados en su día (que superaban el centenar) estaban contemplados en el proyecto que fue consensuado con el Ayuntamiento de Burgos y sustanciado en un informe realizado por técnicos de la Escuela de Montes de Madrid y en el Plan Director del Parral debido al riesgo de caída que suponían para los usuarios del parque. El planteamiento ha pasado siempre por una ambiciosa intervención que está previsto completarse con la mejora de los caminos, la instalación de iluminación led y la renovación del mobiliario urbano. Otra de las novedades es que El Parral será el primer parque de la ciudad que pueda cerrarse en horario nocturno para garantizar la seguridad y evitar el vandalismo gracias a que se instalarán puertas.