Hace quince años que comenzaron a darse, de forma muy modesta, los primeros pasos para que la idea que siempre albergó el pediatra Emilio Sastre de levantar un hospital en Camerún se hiciera realidad. Una impresionante oleada de solidaridad por parte de toda la ciudad y sus instituciones consiguió que el edificio se construyera y que se pudiera formar en la aldea Rey Bouba, en el corazón del país africano, a un grupo de sanitarios locales para que pudieran mantener la atención a los pacientes en el tiempo que transcurre entre las campañas que se organizan desde aquí y que llevan a profesionales de varias especialidades a realizar consultas e intervenciones quirúrgicas. En este 2024 se ha recuperado esa normalidad después de que se hiciera un parón por conflictos en la zona, y entre los meses de abril y junio tres contingentes con ginecólogas, traumatólogos, enfermeras, farmacéuticas, médicas de Familia y pediatras han atendido en consultas e intervenciones quirúrgicas a más de 700 pacientes.
Sastre explica que las últimas campañas del año pasado, las que se realizan en octubre y noviembre, no se pudieron llevar a cabo porque los responsables políticos de la aldea recomendaron a la Fundación no acudir debido a que se estaban produciendo asaltos en los caminos de la región. Emilio Sastre, su presidente, cuenta que en septiembre unos «bandoleros» detuvieron un todoterreno con integrantes de una ONG germanocamerunesa que quería reforestar zonas de la región de Mayo Rey con apoyo de un banco del país: «Pidieron un rescate considerable, por lo que el Gobierno alemán se indignó, contactó con el camerunés que, a su vez, pidió responsabilidades a las autoridades de Mayo Rey, por lo que nos advirtieron que no fuéramos. En enero la situación se normalizó y este año hemos trabajado como cualquier otro».
La primera campaña fue en abril y el contingente estuvo formado por dos pediatras, dos médicas de Familia, cuatro farmacéuticas y dos enfermeras. Se atendió a 267 pacientes adultos entre las consultas, las urgencias y la hospitalización y a 96 niñas y niños, a tres de los cuales fue necesario ingresar y las boticarias se ocuparon de poner al día el programa farmacéutico del hospital. En mayo fue el turno de la Traumatología: cuatro especialistas más dos anestesistas y cuatro enfermeras de quirófano trabajaron «a destajo», como explica Sastre, debido a la afluencia de pacientes que se comprende por el retraso que se produjo el año pasado y por las tarifas: el hospital burgalés cobra 50 euros por cualquier intervención mientras que en cualquier centro sanitario de Garoua, la capital de la región, que se ubica al norte del país, las tarifas superan los mil euros y, por tanto, son difícilmente afrontables por los ciudadanos, que sufren altas tasas de pobreza. El equipo quirúrgico, que estuvo acompañado por dos técnicos en logística, vieron patologías como pseudoartrosis, osteocondromas, osteomielitis, fracturas abiertas o gangrenas y realizaron 37 operaciones.
Un niño se aferra a un globo hecho con un guante quirúrgico mientras es operado. - Foto: Fundación Mayo ReyPacientes adultos y pediátricos. El contingente que llegó en junio se encontró -recuerda Sastre- con una circunstancia singular de la aldea en esa época. «Para las gentes de Mayo Rey más importante que la salud es tener una cosecha para alimentarse. En el mes de mayo, con el comienzo de la estación de las lluvias, la gente prepara los campos y en junio siembra. Las mismas lluvias estropean los caminos y el viaje en bicicleta o moto hasta el hospital se hace complicado y peligroso. En todo caso, un cirujano, un anestesista, una médico general, y tres enfermeras y dos ginecólogas trabajaron con ilusión y tuvieron suficiente trabajo para volver encantados», indicó. Y es que intervinieron a 29 pacientes de Cirugía General y Ginecología; en consulta de Medicina de Familia vieron a 105 adultos y 27 niñas y niños y a 50 mujeres en la consulta de Ginecología.
El proyecto se ha consolidado después de 15 años de su puesta en marcha -en 2009 fue cuando arrancó, pero el hospital se inauguró dos años después- en una zona muy desasistida desde el punto de vista sanitario y de cualquier otro servicio básico de Camerún. La región de Mayo Rey está en el norte del país y muy alejada de los principales puntos y vías comerciales y de desarrollo, cerca de la frontera de Chad y de la República Centroafricana.
Se trata, insiste el pediatra, de un territorio con escasos recursos económicos, cuya población se dedica básicamente a la agricultura y la ganadería y dado el insuficiente desarrollo y capacidad de esta población, ambos medios de vida les obligan a una economía de subsistencia fundamentalmente agrícola. «Exceptuando algunos núcleos de población de unos pocos miles de habitantes la mayor parte de la población esta repartida en un incontable número de poblados y pequeñas aldeas dispersas por un territorio dilatado con comunicaciones de pistas de tierra», añade Sastre, que ya es considerado uno más de la aldea. En este complicado escenario es donde el personal sanitario burgalés y, cada vez más de otras provincias, se está implicando para mejorar un poco la calidad de vida, no solo con servicios médicos y quirúrgicos sino también con formación para la prevención de enfermedades y con infraestructuras y material sanitario.