Los años más duros del terrorismo de ETA desencadenaron una labor inspectora de muchos funcionarios de prisiones. Extraoficialmente, tenían los ojos muy abiertos para informar de cualquier movimiento que realizaran los terroristas e informar a los servicios de inteligencia. El 11-M provocó que muchos también tuvieran que estar muy pendientes de internos de origen árabe. Sin embargo, no fue hasta 2010 cuando desde el Gobierno se impulsó los llamados Grupos de Control y Seguimiento. Una unidad de trabajadores que hacen las veces de espías dentro de las cárceles. Ángel I. es quien coordina esta labor en Burgos y hace unos días recibió la Medalla de Plata de Dignidad y Justicia, unos reconocimientos que premian a personas por su defensa de las víctimas.
El vivir esa época de plomo de la banda terrorista provocó en este funcionario, que inició su carrera en la cárcel 'Modelo' de Barcelona, la necesidad de colaborar en la lucha contra el terrorismo. Más aún tras vivir intensamente el secuestro de José Antonio Ortega Lara, con quien coincidió en la prisión de Logroño y quien le entregó hace unos días el galardón. «Los meses de su secuestro fueron muy duros. Se me pasaban muchas cosas por la cabeza, aumenté las medidas de precaución. Siempre recordaré ese 1 de julio de 1997, día de su liberación, porque además era mi cumpleaños», rememora Ángel.
Siempre quise hacer algo contra el terrorismo. Al ponerse en marcha estas unidades, no dudé en dar un paso al frente»
La experiencia acumulada y sus ganas por contribuir en la lucha antiterrorista hicieron que diera un paso al frente cuando Instituciones Penitenciarias creó los grupos de investigación. «Siempre quise hacer algo y, al presentarse la oportunidad, no dudé en proponerme», apunta el funcionario. Por aquel entonces, ETA ya estaba muy tocada, a punto de dejar las armas. «El programa de Nanclares fue muy importante», puntualiza. «Se les hizo ver que la violencia no era el camino y poco a poco muchos presos se fueron sumando».
La preocupación dentro de las cárceles, sin embargo, seguía latente. Su labor desde entonces es crucial para el control y seguimiento de presos con tendencia a la radicalización islámica. «Somos dependientes del grupo central de Madrid. Son ellos quien nos envían informes cuando tienen constancia de que va a ingresar una persona con un perfil tendente a caer en una red terrorista, porque no tenemos presos yihadistas, y nosotros tenemos que hacerles el seguimiento durante su estancia en el centro», explica.
Los primeros días de un sospechoso son cruciales para hacer el seguimiento»
Desde el principio, son dos las personas encargadas a estas labores y, a día de hoy, considera que no son necesarios más recursos humanos, pero sí técnicos. «Vamos todavía en bici de ruedines. Hacemos lo que podemos y creo que las cosas salen bien, pero no estaría de más algún medio más». Ángel I. reconoce que es una labor complicada, pues tienen que hacer vigilancias discretas a personas a las que tampoco se las puede estigmatizar: «Son gente, por lo general, con pocos recursos. Eso las convierte en un blanco fácil para las redes que reclutan, pues se aprovechan de su vulnerabilidad. Tenemos que estar muy pendientes de ellos».
Los primeros días en la cárcel de un interno tendente a la radicalización, recalca, «son cruciales», pues son los que te van a dar una pista de cómo se pueden comportar en el futuro. Y no sólo se refiere a las personas musulmanas, también a las susceptibles de caer en las redes de las bandas juveniles, otro de los grupos que vigilan, teniendo en cuenta que ETA ya está disuelta y tampoco hay presos en el penal burgalés. Este tipo de condenados se mueve entre rejas igual que en la calle: intentan forjar una tribu dentro, exactamente como lo harían en el exterior. Intentar alejarles de otros sujetos que puedan intensificar esa intención delictiva también es una de sus funciones.
A día de hoy, en medios técnicos en una cárcel como la de Burgos vamos con bici de ruedines»
Ni que decir tiene que tanto Policía Nacional, como Guardia Civil y los servicios de inteligencia tienen en muy alta estima la labor de los Grupos de Control y Seguimiento de las cárceles. Un trabajo en la sombra, con el que asume ciertos riesgos y que a veces cuenta con poca visibilización. De ahí el galardón que le entregaron el otro día desde la Asociación Dignidad y Justicia. «Estoy orgulloso del reonocimiento. Ya no por mí, sino por todos mis compañeros, porque sin su ayuda no podría hacer bien mi trabajo», puntualiza este funcionario.