¿Qué fue de la Pelagra?

Angélica González / Burgos
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José Manuel López Gómez rescata en un libro la «gran aportación de la medicina rural burgalesa a la clínica internacional»

Enferma pelagrosa en cromolitofrafías aparecidas en el libro Etiología de la pellagra, de 1880. - Foto: DB

Florencio Perrote era médico de Villahoz en 1860 y opuso sus teorías sobre el origen de esta dura enfermedad (que, al final, fueron las que más se acercaron a la realidad) a las que entonces primaban en Europa. Ahora José Manuel López Gómez rescata en un libro la «gran aportación de la medicina rural burgalesa a la clínica internacional»

Los últimos casos de pelagra se describieron en Sudáfrica en los años 70-80 del siglo pasado a pesar de que dos científicos norteamericanos habían dado con su origen y solución en 1937. Esta patología -que ahora se sabe que se produce por un déficit de vitamina B3 en la dieta, es decir, aquellas alimentaciones que no incluyen carnes y pescados frescos, lácteos o frutos secos- causó un gran número de víctimas en Europa (España y Burgos no fueron una excepción) en el siglo XIX y una controversia científica que puso a la medicina rural burgalesa «en el centro de la clínica internacional».

Así lo entiende el médico José Manuel López Gómez, director de la Institución Fernán González y autor de La pelagra en Burgos (1859-1917), obra recién publicada  por la Academia Burgense de Historia y Bellas Artes. En este libro se documenta cómo el médico titular de Villahoz y su partido a mediados del siglo XIX, Florencio Perrote, desarrolló varias teorías que discrepaban con las del doctor Costallat, una eminencia francesa sobre pelagra, que achacaba al maíz, y sobre todo a un hongo que en éste aparecía cuando estaba húmedo, la causa de la patología.

«La gran discusión  era si la causa de la enfermedad era una dieta rica en maíz o no. Los médicos franceses, sobre todo Costallat, defendían que la pelagra no podía producirse si no había una dieta básica en maíz pero Florencio Perrote en sus trabajos expuso que en Villahoz y Tordómar no se conocía el maíz y sí había pelagra. Este trabajo lo silenciaron los franceses y como desbarataba sus teorías Costallat vino a Villahoz -también a Tordómar, Mahamud y Pampliega- y fue viendo los casos que había». Pero fue sostenella y no enmendalla porque no solo fue a Madrid a pedir al ministro de la Gobernación que se secara el (inexistente) maíz de manera que el hongo no produjera la pelagra, sino que terminó diciendo que lo que había en España era otra enfermedad diferente.

Síntomas

Mientras tanto, decenas de burgaleses caían por esta patología que se caracterizaba por tres duros síntomas: dermatitis, diarrea y una suerte de demencia que casi siempre empujaba al suicidio. La mayor parte de quienes la sufrieron fueron trabajadores cuya falta de ingresos les impedía llevar una dieta variada pero López Gómez  no se atreve a decir que fuera una ‘enfermedad de pobres’ porque también hubo casos entre la burguesía.

«De manera empírica, Perrote en sus escritos habla de que una alimentación variada en carnes frescas, leche y huevos mejoraba la pelagra pero no sabía por qué sucedía. Los tratados que se publicaron en París en esa época hablan de Burgos, Mahamud y Villahoz y las experiencias que allí se obtuvieron», precisó López Gómez. En cualquier caso el burgalés murió sin descubrir cuál era la causa de tan pertinaz mal. Y lo mismo le pasó a su ‘contrincante’ el francés Costallat, que no llegó a comprobar que no tenía razón.