De capa caída. Así continúa mes a mes el número de trabajadores autónomos en Aranda de Duero, que ha registrado el arranque de año más flojo en la última década. Ni siquiera la Semana Santa ha permitido elevar la cifra de afiliados, que en marzo se quedó en 2.531 frente a los 2.634 que se contabilizaron en marzo de 2014, según los datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad y Social y Pensiones. Es decir, hay 103 empleados por cuenta propia menos que entonces.
De hecho, el cómputo del primer trimestre arroja las cifras más bajas desde 2013 en la capital ribereña, donde hay un goteo constante de cierres de establecimientos. Pues bien, enero terminó con 2.510 autónomos, el mínimo mensual en 11 años. En febrero se registró una tímida subida hasta los 2.518 y de ahí se dio otro salto hasta los 2.531 de marzo. Cifras que contrastan con las que se manejaban en 2016, uno de los ejercicios con más afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos. En enero se registraron 2.681 empleados por cuenta propia, en febrero 2.685 y en marzo 2.693, la cifra más alta.
Los datos del primer trimestre de 2024 son incluso peores que los de los años marcados por la pandemia de coronavirus. Si se analiza cada mes de marzo, de los 2.558 autónomos que había en 2020 se subió a 2.568 en 2021 y luego se produjo otro aumento hasta los 2.585 en 2022, para después descender a 2.534 en marzo del año pasado.
La presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos de Castilla y León (ATA), Leticia Mingueza, lamenta que la comunidad autónoma sufre «una caída en picado» y Aranda no escapa a esta tendencia a la baja que se remonta a la anterior crisis. A su juicio, se requiere «sensibilización por parte de la Administración», que se rebajen los trámites y que «no se pongan trabas». Según relata, «muchas veces nos encontramos con procesos burocráticos que desaniman».
Problema de relevo. A ello se suma que «los jóvenes cada vez emprenden menos», como destaca Mingueza. Entre unos factores y otros, crece el número de locales cerrados, algo que «se nota más» en ciudades intermedias como Aranda. «Es un problema y una pena», admite Mingueza, mientras defiende que «hay negocios de toda la vida que funcionan y son rentables, que no se cierran porque sufran pérdidas sino porque en este momento no se encuentra relevo».
En este punto, la presidenta de ATA en Castilla y León aboga por «establecer un ecosistema amistoso con las empresas, que ofrecen bienes y servicios y llenan de vida las ciudades». En este sentido, subraya que una calle con comercios «genera empleo y riqueza». Pero no sólo eso. Recuerda que los jóvenes «necesitan servicios y si no los tienen se acaban yendo». Así, avisa:«Ese talento es difícil que regrese».