Vivir de alquiler se está convirtiendo desde hace unos años en un verdadero juego de equilibrismo financiero. La persistente inflación que no deja de encarecer el coste de la vida, unida al aumento de las rentas mensuales que piden los caseros o la -aún- moderada subida salarial están provocando un repunte insólito de los niveles de morosidad. Ocurre tanto a nivel local como en el conjunto de la provincia, de la Comunidad y del Estado.
Y es que, vistas las cotas a las que están llegando los tipos de interés, acceder a una hipoteca para adquirir una vivienda en propiedad es una quimera para una parte muy importante de ciudadanos. De este modo, muchos burgaleses están volviendo sus ojos hacia el alquiler, lo que avala que la morosidad alcanzara el año pasado su segundo volumen más alto desde que hay registros.
La Fundación Alquiler Seguro acaba de dar a conocer los datos correspondientes al 2023, que arrojan una deuda media por parte de los inquilinos de la provincia de 4.387 euros. A excepción del 2019, cuando la cuantía llegó a los 4.431 euros, la del curso pasado es la más alta de la serie histórica.
La situación económica, tal y como precisa Sergio Cardona, responsable de Estudios de la entidad, es la principal 'culpable' de este fenómeno, aunque también influye mucho el incremento disparatado de las rentas mensuales que sufren los inquilinos. De este modo se explica cómo la evolución descontrolada del IPC que la economía española viene sufriendo desde hace tres años o la contención salarial están haciendo mella en el bolsillo de los arrendatarios. «También tiene mucho que ver la situación del mercado laboral, y en este sentido Burgos tiene mucho de lo que presumir», apunta Cardona.
Así las cosas, en los últimos años los niveles de morosidad no han hecho sino instalarse por encima de la barrera de los 4.000 euros, límite que no han logrado rebasar. Es más, visto el panorama socioeconómico parece muy complejo que puedan descender a cifras previas a 2017. En 2014, cursos después del estallido de la crisis financiera y con el grueso de ERE ya completados, los niveles de morosidad tocaron fondo con 2.779 euros por inquilino con deudas reconocidas.
«Dentro del importe de morosidad existe una relación directa con el precio y la renta de alquiler», apunta. Y es que, a pesar de que Burgos tenga la segunda cifra más alta por individuo con deudas, esta se queda muy lejos de los guarismos que se registran a nivel nacional. De promedio los españoles que deben dinero a sus caseros tienen una obligación pendiente de 7.608 euros, un 73% superior a la de la provincia castellana.
Niveles récord. Esta cantidad supone un incremento del 0,85% por encima de la deuda contraída a lo largo del año anterior. «Muchas familias han gastado buena parte de sus ahorros debido a la pandemia y al aumento de precios derivado de la guerra de Ucrania y ahora tienen dificultades para hacer frente a cualquier gasto imprevisto», indica el responsable de Estudios de la Fundación Alquiler Seguro.
Barcelona (12.989 euros), Madrid (9.550 euros), Islas Baleares (9.633 euros), Guipúzcoa (9.417 euros) y Málaga (8.862 euros) lideran la clasificación a nivel nacional, enclaves en los que las rentas son mucho más elevadas que en otros puntos del país. Por contra, tres provincias de Castilla y León encabezan el ranking con menores promedios pendientes: Ávila con 2.758 euros, Soria con 2.451 euros y Zamora con 2.368 euros.
«Cuando se destapa una situación de morosidad hay que tratar de resolver el problema con el propietario o tratar de que encuentre una vivienda más barata en otra zona», afirma Sergio Cardona, que también reconoce que el incremento de las deudas está condicionando la oferta de viviendas. «La rotación de pisos se ha frenado. Al aumentar el precio se prefiere no cambiar por temor a no encontrar un hogar de similares características, lo que reduce el parque disponible», asegura.
Las cifras se obtienen a través del Fichero de Inquilinos Morosos, documento inscrito en la Agencia Española de Protección de Datos.