El Ayuntamiento de Burgos aprobará antes del 10 de abril (esa es la fecha tope) la esperada subida de la tasa de basuras. Un incremento del recibo, eso sí, que no será efectivo hasta el 1 de enero de 2026. Desde hace meses, responsables del Órgano de Gestión Tributaria y Tesorería y del Servicio de Medio Ambiente mantienen reuniones, cada vez más frecuentes, para tratar de encajar la normativa municipal en las nuevas exigencias de la Ley de Residuos y suelos contaminados para una economía circular que, como primera premisa, establece que las entidades locales deben financiar la prestación del servicio con una tasa o con una prestación patrimonial de carácter público no tributaria.
Las fuentes consultadas por este periódico estiman que la subida de la tasa podría rondar el 10%, si bien esa es la foto fija del momento actual, que podría variar ya que los números que se han hecho están en una fase inicial y aún son muchos e importantes los flecos que quedan por cerrar.
Lo cierto es que durante el último año, los ayuntamientos de media España se han estado mirando de reojo para ver qué es lo que hacía el vecino ya que la Ley se mostraba en su texto inicial muy ambiciosa y al mismo tiempo dejaba abiertas numerosas incógnitas para su aplicación real.
Recientemente, los ayuntamientos han recibido un documento del Ministerio que está sirviendo de guía y que contiene ejemplos de cómo se puede aplicar la nueva tasa. Así, se da a elegir entre tres modelos: elemental, medio y avanzado. En el primero de ellos, que será el que se pondrá en marcha en Burgos y en casi todo el país, se contemplan «reducciones sobre una cuota única en función de determinados comportamientos». Es decir, aparecerán, seguramente, bonificaciones por aportaciones a puntos limpios o por la participación en la separación de las nuevas fracciones (uso del contenedor marrón).
Las opciones medias y avanzadas que propone el Ministerio se entiende que son, en este momento, demasiado ambiciosas y se reconoce que la ciudad no está aún preparada para ponerlas en marcha.
En el caso de la opción intermedia, el recibo tendría una cuota básica y otra variable en función del comportamiento detectado según las zonas del municipio (utilizando un método estadístico).
Las poblaciones que se decanten por la propuesta avanzada girarán la tasa también con una cuota básica y otra variable e individualizada en función del comportamiento del sujeto. En estos caso, por ejemplo, sería necesario un servicio de recogida de residuos puerta a puerta o con contenedores inteligentes que permitan identificar los residuos generados por cada ciudadano.
Si bien en algunas ciudades europeas el servicio puerta a puerta funciona desde hace tiempo en el ámbito doméstico (con contenedores para cada bloque de viviendas o con bolsas personalizadas), el Ayuntamiento de Burgos no está preparado, con el contrato actual, para su puesta en marcha en el corto plazo.
La bolsa roja. En el proceso de trabajo para la modificación de la ordenanza se ha llegado a barajar la implantación en Burgos de lo que se llama 'la bolsa roja' aunque parece que se ha descartado.
Según este sistema, los usuarios disponen de un número determinado de bolsas que pueden utilizar al mes para depositar en ellas la basura de la fracción resto. Si necesitan más, deberán adquirirlas en los puntos autorizados (centros cívicos...) y pagar por ellas la tasa que el Ayuntamiento establezca. Dicho de otra manera, el Consistorio pondría en marcha un modelo en el que se paga según se contamina.