Ebrovisión en estado puro

Ó.C. / Miranda
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La organización sorprende con Mi Buenaventura, un grupo emergente que llenó de cumbia las riberas del Ebro. El público responde pese al frío, en una edición que promete ser histórica

Las riberas del Ebro volvieron a acoger el primer concierto del Ebrovisión y acudieron unas 500 personas,

Miranda ya suena a Ebrovisión. La primera jornada de esta 22 edición sirvió para recordar qué tipo de música rodea un festival que en este 2024 tendrá un cabeza de cartel que será de lo más conocido del país. Arde Bogotá sale en todas las conversaciones, pero la apuesta de la organización también representa otras muchas cosas, mezcla estilos sin miedo y la asociación Amigos de Rafael Izquierdo se esfuerza por traer grupos emergentes. Como el mejor ojeador de fútbol, bucea donde pocos llegan y ayer ofreció a los asistentes al concierto sorpresa una píldora de todo eso con Mi Buenaventura, que abrió una nueva aventura que promete ser histórico por romper los techos de asistencia.

Esta primera banda nació en Bilbao, pero gracias a sus cinco miembros tiene mezcla con Colombia y gracias a eso se entiende su forma de sonar.De todo eso, sale una cumbia revolucionaria, que hizo bailar a los ebrovisivos, y en la que también se pudieron sentir los toques de salsa, rock y música electrónica. «Seguramente esperabais a un grupo mejor», bromeaban sobre el escenario, con unas 500 personas que no se amedrentaron por el frío y tampoco por la amenaza de lluvia constante. 

Poco antes de comenzar, los integrantes hacían las últimas pruebas de sonido sobre el escenario Río Ebro, donde ya con todo en marcha cayeron algunas gotas, pero el espectáculo continuo. «Hemos estado a esto de no tocar, pero ya que estábamos aquí y que ibais a venir pues nos hemos animado», reconocían los músicos en el ecuador del concierto.

Entre el público la mayoría de los asistentes desconocían a quién escuchaban. A las preguntas respondían con otra entre risas y al final admitían que «ya sabemos cómo es el festival y lo importante era venir a calentar motores y pasarlo bien», reconocía Alba. En otro grupo de mirandeses, en el que estaba Andrea, tampoco ponían nombre a la banda que ya les hacía bailar, pero también vivían con naturalidad una situación común en muchos momentos del Ebrovisión. No se dice como algo negativo, casi todo lo contrario, «porque al final tampoco venimos con expectativas por ser el primer día y la verdad es que suenan bien», afirmaba este grupo de amigas, que sí que indicaban que en la jornada inaugural no querían perderse a 21 «y esperamos que no llueva», deseaban mientras miraban al cielo con algunas dudas.

(Más información, en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos)