La familia de Tina Arnaiz siempre ha sostenido que no tenía ningún motivo para arrojarse al río o para marcharse de casa sin dejar rastro, como ocurrió esa tarde lluviosa del 29 de febrero. Una cuadrilla de Tragsa encontró ayer en pleno monte, entre Piedrahíta de Muñó y Jaramillo Quemado, unos restos humanos que podrían respaldar esa tesis, si se confirma que pertenecen a la vecina de Pinilla de los Moros desaparecida hace más de 7 meses.
Los trabajadores forestales, contratados por la Junta de Castilla y León, se toparon con los huesos en una zona a considerable altitud y bastante lejos de donde se ha centrado la búsqueda durante todo este tiempo. De inmediato dieron aviso a la Guardia Civil, que envió a especialistas de la Brigada de Policía Judicial para realizar una primera inspección ocular del entorno y recoger todos los indicios posibles, que ayudarán a la investigación. Dado el tiempo transcurrido, serán necesarias pruebas para determinar la identidad de los restos y establecer si se trata de Valentina Arnaiz o por el contrario pertenecen a otra persona.
Tina vivía con una hermana en Pinilla de los Moros.Tenía 62 años cuando desapareció y al estar prejubilada trabajaba semanas alternas en la Dirección Provincial de Educación de Burgos; antes había estado destinada en un centro de Quintanar de la Sierra. La tarde de su desaparición dijo que salía un momento al garaje y ya nadie volvió a verla. Llovía copiosamente pero hasta se olvidó el paraguas.
Desde entonces, los vecinos de la comarca, la Guardia Civil, celadores y agentes medioambientales de la Delegación Territorial, bomberos de Burgos y asociaciones de voluntarios, como la Unidad Canina delGrem y la Cruz Roja, la han buscado durante muchas jornadas.
La Benemérita ha movilizado a los buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas con base en Logroño para peinar el cauce del Pedroso y del Arlanza, y también a los expertos de su unidad de drones para ampliar el perímetro de búsqueda. Todo de manera infructuosa.
Ahora, solo queda esperar.