La Policía Nacional va a poner todos los medios en su poder para dar con el paradero de la madre del bebé aparecido muerto en el río Arlanzón el pasado martes a la altura del puente Gasset. Con el fin de acotar el origen de la progenitora, se llevará a cabo un análisis genético a través de las muestras de ADN extraídas de la placenta con el objetivo de conocer la región del mundo de la que es originaria, pero también con la intención de acotar su búsqueda.
La investigación resulta complicada, puesto que todo indica, por el momento, que la madre pudo llevar en secreto el embarazo y sin hacerse seguimiento médico alguno. El análisis del ADN de la placenta - que contiene la carga genética de la madre- aportará una información adicional a la Policía Nacional, puesto que de esta manera podrá conocer el lugar de origen de la progenitora.
La Comisaría no descarta ninguna hipótesis, pero una de ellas es que la madre está poco integrada socialmente, de ahí que pueda tratarse de una mujer extranjera, con escaso conocimiento de recursos como la píldora del día después, el aborto o las redes de acogida de recién nacidos. Es más, los efectivos de la Policía Judicial han visitado también centros educativos por si se tratara de una persona adolescente que hubiera podido levantar las sospechas de algún docente.
Lo que tienen claro los investigadores es que la resolución de este caso no va a ser cuestión de días, sino que podrían tardar semanas o incluso meses en localizar a los padres del bebé hallado muerto el pasado martes a orillas del río Arlanzón, entre el puente Gasset y la pasarela de Villa Pilar.
Fue una mujer que aquella tarde se encontraba paseando al perro en la margen izquierda del río quien descubrió el cadáver del bebé. Avisó a los servicios de emergencia y la Policía Local certificó que se trataba de un recién nacido, el cual aún estaba unido al cordón umbilical y la placenta. Tras el levantamiento del cadáver comenzaron las primeras pesquisas y toma de muestras del lugar en el que se produjo el hallazgo, sin que dicha búsqueda tuviera excesivos resultados.
Desde el principio, se fio a la autopsia el arrojo de algo de luz para poder trazar líneas de investigación. Ese primer informe forense desveló que el neonato, un varón cuyo embarazo había llegado a término, llevaba en el río varios días. Los estudios posteriores desvelaron nuevos detalles, como que nació vivo, lo que reforzó la hipótesis del infanticidio. Si hubiera nacido muerto, el tipo penal aplicable al caso hubiera sido distinto, el de abandono de cadáver, que acarrea penas de cárcel no superiores a los tres años.
El abandono y muerte del recién nacido en estas circunstancias tan trágicas denota que la madre, o bien no tenía familia cercana o, si la tenía, no confiaba en ella o tenía poco contacto. Tampoco se descarta que pudiera haber tenido ayuda de alguna otra persona.
En la Comisaría Provincial son conscientes de que las posibilidades de dar con ella dependen, sobre todo, de personas cercanas que, pese a no haber sido informadas del embarazo, sí sospecharan de que lo estaba y ahora acudan a la Policía Nacional para relatar lo que sabían. La alerta enviada a los centros de salud y hospitales -públicos y privados- puede dar sus frutos siempre y cuando la mujer hubiera hecho seguimiento de su embarazo, aunque no haya ido al ginecólogo de forma permanente. Es decir, que sería suficiente con tener consciente de una primera visita en la que le hubieran informado de que se encontraba gestando un bebé.
La Policía Nacional tiene en el radar a algunas jóvenes con antecedentes de desaparición voluntaria -por pocos días-. Hipótesis que, sin embargo, ha quedado inicialmente descartada, ya que ninguna de ellas pueda ser la madre del bebé encontrado muerto en el Arlanzón. En cualquier caso, cabe resaltar que la búsqueda de los responsables del abandono se ha extendido a otras provincias.