Entregados a nuestros bárbaros rituales paganos, los contribuyentes de Burgos capital no habíamos reparado en que hemos vivido en los últimos años de espaldas al venturoso nacimiento del rabí de Nazaret, y ha tenido que ser una vez más nuestro Ayuntamiento Excelentísimo el que acuda a rescatarnos de nuestra inclinación a la idolatría. La Navidad, nos advierte nuestra alcaldesa, había desaparecido de entre nosotros, pero los concejales del PP y de Vox que gobiernan nuestros afanes, benditas sean sus dulcísimas almas, se han propuesto librarnos de nuestro propio descreimiento.
Recuperaremos, pues, unas fiestas navideñas como Dios manda, con sus pesebres, y sus angelotes mofletudos, y sus luminarias de mil y un colores. Por si alguien alberga alguna duda de la determinación municipal de devolvernos el misterio navideño en todo su esplendor, la concejala de Festejos, doña Carolina Álvarez, ya ha dado una muestra de por dónde pueden ir los tiros: que la gente se vaya olvidando de Mariah Carey, por bien que para muchos sea la indiscutible reina musical de la Navidad, porque lo que sonará en nuestras bulliciosas y españolísimas calles serán Los peces en el río y otros cuantos villancicos de nuestro rico acervo patrio.
Se supone que, por no traicionar nuestras recién recobradas tradiciones, habremos de renunciar al querido pase televisivo de ¡Qué bello es vivir!, y a esa lagrimita que nos provoca siempre James Stewart en la escena final de la película, y sustituirlo por una proyección de ¡Se armó el belén!, que al fin y al cabo tampoco son grano de anís Paco Martínez Soria y Antonio Garisa; gratificaremos con un aguinaldo cumplido al frutero y al mecánico del barrio, que también son hijos de Dios y herederos de su gloria; y no se nos olvidará por nada del mundo asistir a la Misa del Gallo acompañados de toda la familia, aunque tengamos que soportar comentarios no del todo corteses de nuestra prole.
Y si usted acaso se siente en algún momento abrumado por tal explosión de genuino espíritu navideño, procure no venirse abajo: siempre se puede atizar un par de esas mixturas alcohólicas que se venderán en la calle con licencia municipal para levantar un poquito el ánimo.