A Nordia Pérez Altamirano es fácil encontrarla en internet. Ha escrito cuatro libros, el último, una novela titulada Irene, ha sido publicada por la editorial Círculo Rojo, y tiene una más en camino. Licenciada en Administración Turística y Hotelera y con un postgrado en Proyectos Turísticos, bien podría estar dando clases en cualquier universidad de su país, Nicaragua, y a la vez firmando ejemplares en algunas ferias del libro. Sin embargo, le dio por regentar establecimientos de hostelería (negocio también ligado a su carrera), actividad a la que arrastró a su marido Víctor Lezama, además de haber sido voluntaria en socorrismo y monitora de juventud con la Cruz Roja de Guipúzcoa, labor por las que ha sido reconocida con varias distinciones.
Se puede decir que la vida de Nordia dio un giro radical cuando viajó a España para ver a su madre, que siempre se ha dedicado a la hostelería en su país, pero que en aquel momento se había trasladado a España. Lo hizo por añoranza, pero el amor de hija la ató al País Vasco, concretamente a Ordizia. Por su parte, a Víctor fue el amor a su mujer lo que le hizo dejar Nicaragua y su trabajo -estudió Comercio Internacional y Marketing- para acompañarla en una travesía que no sabían muy bien por qué derroteros iba a transcurrir.
Aquel año, finales de 2005, cuando Nordia vino, ya llevaba en su vientre a su hijo mayor, un chaval que este curso ha empezado la Universidad. Después nacería su hija, que ahora tienen 15 años. Por ellos, por darles el mejor futuro y sacar un «extra», como dice Nordia, este matrimonio de 44 años se ha embarcado en una nueva aventura cuyo destino es Villahoz. En este pequeño pueblo de la comarca del Arlanza esta tarde reabrirán el hotel, bar y restaurante El Capricho, que llevaba cerrado desde hace cuatro años. Construido por un empresario local, durante muchos años funcionó bien, pero no así con los últimos arrendatarios, por lo que acabó cerrando sus puertas.
El hogar y la estabilidad económica de Nordia y Víctor están en Ordizia, donde regentan con mucho éxito el bar Itoitz. Su aterrizaje en Villahoz no implica que dejen este negocio, pero sí tiene fecha de caducidad su estancia en Hinojosa de Duero, localidad de la provincia de Salamanca, donde hace un año se hicieron cargo de un hotel restaurante. El próximo día 1 dejarán este establecimiento porque Nordia reconoce que la distancias entre este pueblo y Ordizia es demasiada para estar yendo, viniendo y compaginando el trabajo en ambos bares pese a tener ayuda. En ese sentido, el matrimonio cree que les será más fácil moverse entre la localidad guipuzcoana y Villahoz, separadas por 213 kilómetros que en menos de dos horas y media se recorren.
El ajetreo no les da miedo, están acostumbrados y cuentan con trabajadores que llevan con ellos muchos años, en los que confían y alguno, incluso, vendrá como extras a Villahoz cuando sea necesario, y con la ayuda de sus hijos en vacaciones los fines de semana que puedan. Ya han contratado a una persona del pueblo para las labores de limpieza y no descartan, cuando estén más asentados, buscar camareros en la comarca del Arlanza. De la cocina se ocupan Nordia y Víctor, con sobrada experiencia en los fogones. El hotel cuenta con 10 habitaciones.
Nordia asegura que están muy ilusionados con esta apertura y que consideran que un establecimiento de esas características tiene potencial en la comarca del Arlanza y en ese territorio que, aunque poblado de pequeños pueblos, tienen movimiento sobre todo los fines de semana, con gente que tienen en ellos su segunda residencia.
En El Capricho se cuidará mucho la cocina, precisamente, y en la barra no dejará de haber pinchos, punto fuerte de los establecimientos regentados por este matrimonio. Elaborarán además raciones, y montaditos fríos y calientes, menús especiales y una carta de menús en la que no faltará el guiño a la cocina vasca y de su país. Además son especialistas en cócteles, ya que también regentaron un pub.
No descartan, por otra parte, organizar actividades culturales y exposiciones, así como conciertos, ya que Víctor es también músico; como además este tiene estudios informáticos, la pareja piensa organizar en el establecimiento de Villahoz talleres para los mayores del pueblo para que aprendan más del manejo de móviles y ordenadores.