Tenía poco más de veinte años. Era audaz y no le temía a nada. No le importó siquiera estar embarazada para convertirse en la primera mujer piloto de Burgos aquel verano de 1975. Felisa Atienza Rodríguez evoca aquellos años con nostalgia. «Fue una época feliz en la que lo viví todo deprisa». La sede del Real Aero Club de España, ubicado en el aeropuerto de Cuatro Vientos, en Madrid, acoge hoy un homenaje a diversos pilotos civiles deportivos que una vez destacaron en esta práctica. Felisa es una de las homenajeadas. La hoy magistrada de la Audiencia Nacional se aficionó a volar de la mano de su marido, el oftalmólogo burgalés José Antonio Alonso Bañuelos, uno de los fundadores del Real Aero Club de Burgos. «Nada más casarnos me subieron a una avioneta», recuerda. Aprendió rápido, reconoce. «Era más sencillo que conducir un coche. ¡No tenías que andar esquivando obstáculos! Lo más difícil era navegar y no perderse, pero manejar aparatos como aquellos, que eran monomotores, resultaba sencillo».
Recuerda Atienza que en aquella época, en la que trabajaba para la Abogacía del Estado, llegaba en moto al aeródromo de Villafría para hacer las prácticas. «Mi ginecólogo, el doctor Carazo, solía decirme que pasaba por el hecho de que me subiera a una avioneta, pero que eso de andar en moto, nada de nada, que era muy peligroso. Estuve todo el verano del 75 sacándome la licencia, que me entregaron el día 10 de diciembre, que es Nuestra Señora de Loreto. Mi hija nació el 2 de enero y la llamamos Loreto».
«Volar es muy bonito. Navegar como lo hacíamos nosotros, que sólo teníamos capacidad para hacerlo siempre viendo el suelo, es impresionante. Y aprendes mucha geografía. Eso me gustaba mucho: ver las ciudades, los ríos, las montañas...». Aquellos vuelos fueron toda una aventura para Felisa, que no sólo recorrió España desde el aire, sino que también visitó países como Reino Unido o Francia.
Felisa, embarazada, recibiendo el título de manos del entonces secretario del Real Aero Club de Burgos, Julián A. Díez López. - Foto: Real Aero Club de Burgos «Fueron tiempos muy intensos», insiste Felisa Atienza, que durante cinco años participó en numerosos campeonatos con su marido en los que ganó muchos premios. «En el año 80 ganamos el Campeonato de España de vuelo con motor». Durante las cuatro etapas superaron las pruebas de navegación, regularidad, aterrizaje de precisión, localización de puntos y fotografía. Nunca tuvo miedo a volar. «En este tipo de deportes no puedes tener miedo». Y eso que pronto tuvo motivos: ese mismo año de 1980, su esposo falleció después de estrellarse con su avioneta en el Pico de Valdemartín, en la Sierra del Guadarrama, después de que una violenta tormenta se desatara cuando sobrevolaba aquellas montañas.
Después de la tragedia dejó de competir, pero siguió volando unos cuantos años más. «Estaba muy involucrada en ese mundo, en el que tenía muchos amigos». Hace ya mucho que no vuela, «excepto en avión de línea». Aunque asturiana de nacimiento (su padre era médico militar), su familia era de Burgos. Y en la capital castellana vivió hasta mediados de los años 80, en que ascendió a magistrada y fue destinada a Madrid. «Los años que viví en Burgos fueron estupendos, de muchas aventuras. Viví muy deprisa: tenía que estudiar, trabajar, tener hijos, volar...».