La asignatura más terrorífica

DIEGO PÉREZ LUENGO / Burgos
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Los universitarios que llegan a Burgos buscando un alojamiento cada vez ven más complicado dar con una vivienda de renta asequible. Algunos estudiantes han tenido que invertir hasta un año mirando opciones

Natalia San Emeterio, estudiante, ha logrado establecerse de alquiler en un piso en el que paga 315 euros cada mes. - Foto: Valdivielso

El hecho de encontrar un piso de alquiler se ha convertido en una problemática que cada vez se da en más ciudades. Burgos no es una excepción. Con la llegada de septiembre desembarcan en la capital burgalesa estudiantes de todos los puntos de la geografía nacional para cursar sus grados universitarios. Unos prefieren quedarse en residencias y otros optan por pisos. Para los segundos, la idea de vivir solos, se vuelve la mayoría de veces inasumible y hasta compartiendo el inmueble con más personas les cuesta dar con alguna opción que baje de los 600 euros.

Natalia San Emeterio es una de esas estudiantes que han venido nuevas a la Universidad de Burgos este curso. Tiene 21 años, va a estudiar derecho y ADE y comenta que "de no ser por la mediación de un amigo de mi madre todavía estaría buscando piso". Hasta ese momento en el que dio con una posibilidad acorde a su situación económica estuvo más de un año desechando opciones. Bien porque estaban en unas malas condiciones o bien porque no bajaban de los 700 euros.

Al final se ha tenido que contentar con un inmueble cercano a las universidades donde paga 630 euros a dividir entre dos personas. "Me habría gustado poder vivir sola, pero es inabordable", matiza. Dependiendo de la zona varían los importes que piden los caseros. Inicialmente trató de hacerse con un alquiler en el centro, que es "donde buscan todos porque estás cerca de los servicios", pero se tuvo que ir alejando.

De no ser por la mediación de un amigo de mi madre todavía estaría buscando piso para compartir"

San Emeterio viene de Santander y manifiesta que la problemática de las viviendas de renta no es algo que se viva únicamente en Burgos. "Creo que no es algo propio de una región o provincia, es un problema que se da en todo el Estado", y pone el foco en que "no se está poniendo soluciones y la edad que tienen los jóvenes ahora mismo para emanciparse ronda los 30 años".

En su caso ha juntado dos perfiles que la han hecho aún más difícil la búsqueda de alojamiento. "A los estudiantes parece que nos ponen más reticencias, se piensan que vamos a destrozar los pisos o que vamos a hacer macrofiestas", a esto se le suma que tiene un perro, lo que ha dificultado aún más su ya de por sí difícil tarea.

Encina Marqués va a hacer cuarto de carrera y admite que "ningún año la ha costado tanto encontrar piso como este". Procede de Ponferrada y el primer curso que estuvo aquí dio con una vivienda en plena Plaza de España. En aquella ocasión no llegó a pagar 300 euros por una habitación con los gastos de la casa incluidos. Ahora, en la calle Miranda va a tener que desembolsar 330 cada mes de base, es decir, sin contar el importe de la luz o el gas.

"Hay ofertas que no tienen ni los elementos básicos que debería tener un piso para estudiantes, como puede ser un escritorio", declara Marqués, lo que implica que se tenga que realizar una mayor inversión. Ella comparte el inmueble con otras dos personas porque estuvo mirando para vivir ella sola y tampoco era asumible. Hasta dar con la vivienda de la que ahora es inquilina tuvo que hacer numerosos intentos infructuosos. "En el último piso al que fui nos pedían 350 euros por cabeza". En el de la calle Miranda, entre las tres personas pagan 990 al mes.

A mí personalmente me habría gustado poder vivir sola pero ahora mismo es inasumible, los precios son muy altos"

Ambas universitarias forman parte de una realidad que afecta a personas también de su entorno. "Este año y el pasado ha sido cuando más se ha notado esta problemática", comentan.

Otros perfiles. Los estudiantes a menudo son los que más demandan este tipo de viviendas de alquiler, pero personas de la propia ciudad que tratan de dar un primer paso hacia la emancipación también encuentran trabas para hacerlo. Es el caso de Marta González, de 30 años. Junto a su pareja llegaron a tomar la decisión de llamar en cuanto viesen algo que se ajustaba a sus posibilidades porque en cuanto se publicaba algo "decente" se esfumaba. "Cuando llamábamos o quedábamos para ver una vivienda o ya lo habían alquilado o se nos habían adelantado".

"La experiencia de buscar piso ha sido terrorífica", denuncia González. Al ver diferentes anuncios se ha llegado a topar con una buhardilla de 25 metros por el que pedían 550 euros al mes. Ella miró opciones únicamente por debajo de los 600 euros y finalmente, como Natalia, ha sido gracias a una mediación como ha logrado hacerse con un alquiler de 550 euros, con gastos aparte.

A los estudiantes parece que nos ponen más reticencias, se piensan que vamos a hacer fiestas o destrozar las casas"

"Tengo la sensación de que hay muchos caseros que, en lugar de poner su oferta en las webs, tratan de dar con un inquilino en base al boca a boca". Los precios los califica de "locura" y tampoco vería viable la posibilidad de irse ella sola a vivir.

Dependiendo de la zona de la capital burgalesa donde uno se quiera asentar varía el importe a pagar. En la zona de San Pedro y San Felices hay habitaciones que rondan los 550 euros. En la plaza de San Bruno se pide unos 400 por cuarto, lo que manifiesta la dificultad para encontrar ofertas.