Tengo que confesar que venía decidido a criticar de manera furibunda ese engendro que han llamado Gladiator II y que es una broma de mal gusto para aquellos que crecimos con las hazañas de Máximo Décimo Meridio, comandante de los Ejércitos del Norte, general de las Legiones Fénix y leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio. Sin embargo, ayer me topé en las páginas de DB con una iniciativa atrevida, moderna y muy interesante por parte de la clase política y comprenderán que, como no ocurre muy a menudo, bien merece la pena aparcar mi decepción cinematográfica y comentarla.
Resulta que el Ayuntamiento de Aranda de Duero ha diseñado un plan para eliminar las pintadas de las calles y, a la vez, fomentar el muralismo. Hay una gran diferencia entre ensuciar y crear, entre el garabato y el arte urbano. Entre otras medidas, el consistorio ribereño va a proporcionar espacios públicos y privados para que se puedan 'grafitear' de manera artística y subvencionará parte de las obras. No hay duda de que esta idea embellecerá el casco urbano, aumentará el atractivo de Aranda y promocionará a artistas burgaleses si se les da la oportunidad. Es un éxito asegurado. No hay más que fijarse en la acogida que tuvo el mural de Monkey Bird en uno de los laterales de la Catedral de Burgos o el de Okuda en el Faro de Ajo (Cantabria), que ha multiplicado el número de visitantes. Por no irse a otras ciudades como Lisboa, Berlín o Melbourne, donde los murales son un atractivo turístico más y forman parte del paisaje urbano, artístico y cultural.
En Burgos capital, hay un lienzo en blanco kilométrico que recorre las orillas del Arlanzón. El muro que custodia el cauce es un espacio ideal para que artistas locales, nacionales e internacionales conviertan la ribera del río en el 'Paseo de los Murales'. Es una idea que me ronda la cabeza desde hace años y fantaseo con murales de todo tipo, cada uno en su parcela, algunos históricos y otros modernos, pero todos fuera de la clandestinidad. Así, cuando salgo a correr a la altura de El Plantío y el Coliseum, mi mente proyecta en la pared un Juanito enorme regateando en blanco y negro o algún que otro título de cuando el San Pablo reinaba en Europa. Si es que tengo fuelle para bajar hasta el centro, me vienen a la cabeza la Catedral, El Cid y otros símbolos de la ciudad… Eso sí, prepárense para la invasión de 'instagramers'.