No sé si a ustedes también les pasa, pero, a mi edad, he descubierto que padezco una fobia que obviamente desconocía: siento pánico ante los solares que quedan entre edificios cuando los edificios que previamente allí estaban son demolidos, aplastados, derrumbados.
Antes esto no me pasaba. Veía un solar entre edificios y solo me fijaba en las diferentes capas que mostraban los restos de paredes de habitaciones, cocinas, baños y salones que ya no existían más, dejando una suerte de dibujo en los muros anexos que a mí, que soy como soy, me recordaban a una suerte de 13, Rúe del Percebe arrancada de las páginas de mi adorado Ibáñez y trasplantada a esta realidad nuestra que es, en ocasiones, más mortadelesca que el propio tebeo de marras.
Sin embargo, en un momento dado, ese regocijo arquitectónico, si quieren, algo infantil, mutó en miedo, terror, horror vacui, como lo quieran llamar. ¿Dónde van los edificios que son demolidos? ¿Dónde su historia? ¿Acaso con su demolición se demuelen también sus recuerdos, las vidas vividas entre todas y cada una de las paredes que ya no existen? ¿Qué oculta un solar bajo todos los planes e ilusiones que atesoraban los dueños de las viviendas y locales que allí se levantaban?
Solares ramplones dejando muestra de la ya extinguida existencia de obras arquitectónicas de mayor o menor valía, esperando a ser, de nuevo, ocupados por nuevas creaciones, parecidas pero distintas, y que tarde o temprano acabarán de la misma manera que sus antecesoras, y quizá las antecesoras de estas. Planos sobre planos, plantas sobre plantas, piedras sobre piedras, hasta que finalmente solo quede eso, el solar, serio, adusto, inamovible. ¿Se han sorprendido alguna vez a sí mismos pensando en cómo sería su calle antes de ser 'su calle'? ¿O acaso tienen ustedes edad suficiente como para, efectivamente, haberlo vivido? Yo sí a ambas cuestiones.
Así, cual viejo miraobras, cada vez que veo un solar acechante dedico todos mis pensamientos a intentar imaginar cada una de las situaciones que allí pudieron haberse dado antes de la caída y desaparición de sus vigas, puertas y ventanas, siquiera como homenaje póstumo a la grandeza que en su día pudieron haber tenido.
@VladimirConV