Se ha encargado de seleccionar las obras que conforman la exposición Pintar sin miedo. Sorolla y la Valencia de 1900 que se puede ver hasta el 2 de marzo en la sala Valentín Palencia de la Catedral. Ylo ha hecho con la intención de que se aprecie que los genios no siempre lo tienen fácil y que Sorolla fue parte de una escuela de pintores que se complementaron entre sí. Además de comisario, Pablo González Tornel dirige el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde puede contemplar a diario 54 obras del maestro valenciano y una buena representación de sus contemporáneos. De las 32 obras que se exponen ahora en Burgos, 22 pertenecen a ese museo.
En la inauguración comentó que la obra de Sorolla no fue bien recibida por los intelectuales de la época, pese a sus logros. ¿Obtuvo siempre el reconocimiento del público o el apoyo tampoco fue unánime?
Es verdad que le tocó vivir un momento de la historia de España complejo. Desde el punto de vista de la intelectualidad, definían al país como la España negra. Esa es la que veía Unamuno y la que pintaba Gutiérrez Solana, que indudablemente existía, pero no coincidía con la España de luz y color que pintaba Sorolla. Para la Generación del 98 Sorolla era una anomalía que no les permitía decir que España estaba mal o atrasada. Porque su obra no concordaba con lo que planteaban.
Pero siempre tuvo al público de su lado. De hecho, en los momentos en los que algunos de los literatos de la Generación del 98 escriben unas críticas bastante mordaces sobre su pintura, él está ganando el Grand Prix de la Exposición Internacional de París del año 1900 y convirtiéndose en el artista más relevante a nivel internacional. Desde los años 90 del siglo XIX y durante toda su carrera es un artista muy cotizado, con un nivel de solicitud siempre creciente. Empieza triunfando en España, pero enseguida pasa a nivel europeo y después a EEUU y Latinoamérica.
¿Cuándo cambia esa visión?, ¿qué lo provoca y por qué?
En realidad, tuvo a una parte de los intelectuales de su lado. Pensemos que el propio Aureliano de Beruete hijo, que es un historiador del arte relevantísimo que llegó a ser director del Museo del Prado, siempre alabó la figura de Sorolla. O que Juan Ramón Jiménez, ya miembro de la Generación del 27 y no de la del 98, hablaba de Sorolla como algo que era insuperable en belleza. De manera que siempre tuvo partidarios, pero es verdad que hay como una línea invisible de personas que tienen una determinada visión de España en la que Sorolla no encajó. Y hablo también de gente relativamente reciente como Francisco Umbral. Umbral escribió un texto en el año 1984 para una exposición titulada Sorolla-Solana, en la que calibraba desde su punto de vista cuál era el valor de ambos pintores. Y evidentemente estaba de parte de Solana y despreciaba la pintura de Sorolla, al que llegó a llamar 'funcionario de la pintura'. Es decir, que hay una visión oscura sobre el mundo a la que Joaquín Sorolla hace saltar en la silla.
El año pasado se celebraba el centenario de la muerte de Sorolla con varias exposiciones. ¿Hay algo de su obra que quede por descubrir?
Creo que de Joaquín Sorolla se van a poder descubrir nuevos componentes durante mucho tiempo. Porque afortunadamente y gracias a la labor de su viuda, Clotilde García del Castillo, se conserva muchísima más documentación que de cualquier otro artista de la historia de España. En la Casa Museo Sorolla de Madrid se conserva todo el epistolario, las cuentas, las facturas, cada fragmento de la vida y de la obra de Joaquín Sorolla, que complementada con el resto de documentación permite emprender investigaciones muy diversas. Pero además lo que ha demostrado esta especie de sobredosis de exposiciones sobre Sorolla de los últimos años es que podemos, los historiadores del arte, superar los tópicos y los arquetipos construidos en torno al pintor, y que se puede ir más allá del Sorolla de los colores. El caso clarísimo fue la exposición comisariada por el fantástico Carlos Reyero, que se llamó Sorolla en negro, y que exploraba la utilización de la oscuridad en la pintura de Sorolla y de esas pinturas que casi son monocromas en blanco y negro. Y es fascinante. Así que se puede, en un pintor de más de 2.200 obras, seguir trabajando y aportar cosas nuevas.
Para la Generación del 98 el maestro era una anomalía que no les dejaba hablar de la España negra»
Es evidente que los retratos, las playas del Mediterráneo y sus paisajes son admirados y reconocidos. Sin embargo no pasa lo mismo con su pintura religiosa, ¿por qué no se difunde más esta obra?
Porcentualmente es una parte pequeña de su producción. Pero es verdad que existe. Y en ese sentido, mi gran amigo, que escribe en el catálogo de esta exposición en Burgos, Luis Alberto Pérez Velarde, que es conservador en el Museo Sorolla, comisarió hace tres años una fantástica exposición que se llamaba Tormento y devoción y que exploraba esa vena poco conocida de la producción de Joaquín Sorolla, de la que hay composiciones de enorme empeño como El entierro de Cristo o La Virgen María, esta última en el Museo que dirijo. Pero es verdad que es una pintura que hasta ese momento estaba poco trabajada.
Yes muy interesante porque en la pintura religiosa muchas veces Sorolla recurre a la tradición barroca, siendo muy, muy realista en la estela de pintores como Rivera o Velázquez, pero otras, sin embargo, se acerca mucho al modernismo y a una estética simbolista que es de una tremenda modernidad.
¿Este cuadro pequeño y espectacular sobre una procesión dentro de la Catedral de Burgos que está en la exposición se puede considerar pintura religiosa?
Pintura costumbrista, mucho más que pintura religiosa. Es una escena que podría haber sido religiosa, pero es puramente decorativa.
Su obra religiosa es muy interesante. Recurre a la tradición barroca, al modernismo y a la estética simbolista»
¿Para qué ha de servir una exposición como esta, con Sorolla compartiendo sala con sus contemporáneos valencianos?, ¿qué debemos aprender de ella?
Debe servir para entender que Sorolla no fue un señor aislado que creció en Valencia y con el cual nació y murió toda una escuela artística. Joaquín Sorolla nació de unos pintores, convivió con otros pintores y dejó herencia a otros tantos, incluso diría más, a pintores y a pintoras. Porque su propia hija, María Sorolla, fue una excelente pintora y su otra hija, Elena Sorolla, fue una excelente escultora. Debe servir para ver a Joaquín Sorolla en contexto, en un contexto que, por un lado, deconstruye esa idea que tiene tanto empeño muchas veces la Historia del Arte en hacer, que es fabricar una figura del genio, como si un genio hubiera nacido y, a pesar de las condiciones adversas y a que no hay nada que sustente la formación de su genio, se va a convertir en una fuerza de la naturaleza. Joaquín Sorolla era un superdotado de la pintura, pero fue un superdotado que aprendió en la Escuela de Artesanos, se formó copiando a Velázquez en el Museo del Prado, marchó a seguir aprendiendo a Roma y que, en su madurez, adquirió la condición de genio después de haber trabajado durísimo para convertirse en el gran pintor que quería llegar a ser.
No hemos mencionado a sus contemporáneos. Dígame, ¿por qué ha elegido para la foto el cuadro A la festa de les fadrines, de Fillol?
Porque es uno de los representantes más destacados del costumbrismo valenciano. Al mismo nivel que Joaquín Sorolla, y capta la luz y el color también con la misma fuerza que él.