Bellingham y un hilo de vida

Juan José Lahuerta (EFE)
-

El futbolista de Inglaterra acalla las críticas de los anteriores encuentros gracias a su decisivo tanto en el descuento contra Eslovaquia

Bellingham y un hilo de vida - Foto: Lee Smith

Desaparecido en combate y con el fútbol insípido que mostró en casi toda la fase de grupos, Jude Bellingham deambulaba desesperado por el césped del estadio del Schalke 04, escenario destinado a ser el lugar en el que Eslovaquia ridiculizaría a Inglaterra. Los 'pross' ya preparaban su funeral y los críticos sus afiladas plumas cuando en un solo segundo, el que necesitó el jugador del Real Madrid para armar una chilena espectacular, todo cambió para alivió de la estrella del combinado británico.

El entorno de los 'Three Lions' -aficionados, medios de comunicación y opinadores-, es campeón mundial en generar héroes y villanos. La Eurocopa de Alemania es un gran ejemplo de la montaña rusa en la que viven los miembros de la selección inglesa, que antes de que echara a rodar el balón ya tenían en la figura de Gareth Southgate a su primer mártir para la causa. Anunciar en una entrevista que si no ganaba el torneo se despediría tras ocho años en el cargo fue su losa y esa fue la casilla de salida para los criticones, que encontraron en el mal fútbol de la campeona del mundo en 1966 otro filón para dar rienda suelta a sus opiniones.

Jude Bellingham consiguió un par de bonus extra gracias a su flamante puesta en escena frente a Serbia. Marcó el gol de la victoria gracias a un cabezazo imperial y fue encumbrado como el salvador de Inglaterra, que realmente no jugó nada bien. Pero una victoria (0-1) y un futbolista de fama mundial bastaron para tapar todos los rotos del equipo británico. El centrocampista del Real Madrid disfrutó de su momento, en el que muchos compañeros y los medios de comunicación locales pidieron durante unos días el Balón de Oro para el futbolista del cuadro merengue.

Y si la subida fue rápida, la caída también, porque Inglaterra rozó el esperpento en los dos siguientes partidos ante Dinamarca (1-1) y Eslovenia (0-0). Southgate, de nuevo, fue el saco de boxeo que aguantó los golpes por su inmovilismo y sus experimentos. Insistió con un lateral como Trent Alexander-Arnold en el mediocentro y en dejar a Cole Palmer y a Kobbie Mainoo en el banquillo. Lo pagó caro. La afición se unió a los medios y pasó a abuchear a su entrenador. Y mientras, Bellingham, aún con la bula de su estreno, empezó a perder credibilidad tras dos encuentros en los que pasó totalmente desapercibido.

La tormenta perfecta para el genio de Stourbridge se comenzó a cocinar en la víspera de los octavos de final. Su desaparición del once empezó a sonar como una posible solución para los males de Inglaterra. Pedían a los agitadores Palmer y Gordon como soluciones al atasco y, poco a poco, el camino hacia la búsqueda de un villano en caso de debacle se abría paso. Bellingham, el genio del primer día, sería el malvado del último. El terreno estaba allanado para señalarle como culpable en caso de otro duelo fallido y de una eliminación de los 'pross'.

Eslovaquia, un rival teóricamente mucho más débil, aportaba algo más de tragedia a la historia. Era impensable caer contra el conjunto centroeuropeo y los planetas debían alinearse para que Bellingham acabara en las garras del mordaz entorno mediático que rodea al equipo británico, que a falta de alegrías en forma de victorias y buen juego se frota las manos en la búsqueda de culpables. Y así ocurrió, porque con un gol de Ivan Schranz que aguantó solitario en el marcador hasta el minuto 95, Eslovaquia generó la oscuridad necesaria para señalar a jugadores en el otro bando.

Y, sin duda, uno de ellos iba a ser Bellingham, que como en los dos encuentros anteriores mantuvo un perfil de jugador intrascendente e incluso peleado con el mundo porque tal vez sabía lo que se le venía encima si no ganaban. Necesitaba un milagro para salir del apuro y lo consiguió con un golpeo espectacular digno de un jugador 'top'.

¿Y qué hizo cuando marcó? Se dio una carrera y gritó... «¿quién si no?» para recordar al Míchel de «me lo merezco» cuando marcó tres goles a Corea en el Mundial de 90. Le salió de dentro. «La adrenalina se apodera de ti», expresó un Bellingham que volvió a vestirse de héroe.