La vanguardia y la resistencia del vóley burgalés

CARMELO PALACIOS / Burgos
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Marta Lechosa fue una de las pioneras del voleibol femenino en la ciudad y Marta Horcajo lucha hoy contra viento y marea para mantener a flote al CV Burgos. Ambas forman parte de ese grupo que desde el campo, los banquillos, los despachos o la grada

Marta Lechosa (i.) y Marta Horcajo se conocieron y charlaron sobre la historia del voleibol burgalés desde los 70 hasta ahora. - Foto: Alberto Rodrigo

El parqué de hoy es el asfalto de antaño, las normas del juego, como la vida, han cambiado y el entonces conocido como 'balonvolea' estaba muy lejos de ser un deporte de moda entre las chicas jóvenes. Eran finales de los 70 en Burgos y, mientras Juanito hacía diabluras en Primera División sobre el césped de El Plantío, un grupo de pioneras  sembraba el germen de lo que décadas más tarde se convirtió en un fenómeno social en la ciudad: el voleibol femenino. 

Antes de que el Universidad de Burgos se codeara con los mejores de Europa, antes de que acariciara hasta en cuatro ocasiones la Copa de la Reina y antes de que llenara pabellones día sí y día también, hubo un grupo de apasionados del voleibol que entregaron una buena parte de su vida a poner las bases de un futuro brillante. Allí, entre otros pocos, estaba Marta Lechosa, jugadora del Porcelos hasta 1994.
Y después de aquellos éxitos de los años 2000, cuando el voleibol de élite quedó herido de muerte víctima de las deudas, cuando el fervor pasó a convertirse en olvido y todo lo construido se desvaneció sin dejar rastro, hubo un grupo de apasionadas que no quiso dejarlo morir del todo y que todavía hoy va a entrenar cada tarde para resucitarlo. Ahí, al pie del cañón, está Marta Horcajo, entrenadora y jugadora del CV Burgos.

En los inicios hacían fiestas en el extinto Disco Bar Crisis, entonces patrocinador del club, para costearse los desplazamientos

Marta Lechosa (i.) y Marta Horcajo se conocieron y charlaron sobre la historia del voleibol burgalés desde los 70 hasta ahora. Marta Lechosa (i.) y Marta Horcajo se conocieron y charlaron sobre la historia del voleibol burgalés desde los 70 hasta ahora. - Foto: Alberto Rodrigo


«Claro que voy a veros. El último partido que fui perdisteis porque os faltó tranquilidad», suelta Marta Lechosa con media sonrisa, mientras  su tocaya asiente con la cabeza. Casi 40 años separan a estas dos burgalesas, pero entre ambas representan la vanguardia y la resistencia del voleibol femenino en Burgos. 

'La abuela', como llaman cariñosamente a Lechosa en el mundillo del vóley, fue uno de los motores de esa 'comunidad' que se creó en torno al balonvolea. Natural de Burgos, pasó del Montpellier -ahora Concepcionistas- al Diego Porcelos y fue clave en el crecimiento del deporte en la ciudad. No solo fue su tenacidad en el campo, sino su entrega al club. Durante los 80 y los 90, conducía cada fin de semana su Renault 5 y se recorría Castilla y León para ir con sus compañeras a los partidos. Ahí estaba también otro nombre propio, Jorge Amoretti, que comenzó a entrenar con solo 16 años y acompañó al equipo hasta el 94. «Hasta Monforte de Lemos fuimos una vez a un intersector y entonces no había autovías», cuenta Lechosa entre risas.

Fueron años de asfalto y cemento, de dedicación y disfrute, de diversión y supervivencia. El voleibol empezaba a abrirse hueco en una sociedad burgalesa que comenzaba a dejar atrás las ataduras de la dictadura y prosperaba al calor del aperturismo. A las orillas del Vena, en el colegio Diego Porcelos, cada vez más afición se reunía en torno al polideportivo donde se disputaban los partidos. 'La Choza', como se conocía, no tenía gradas y hacía un frío helador durante el invierno, pero cada vez congregaba a más gente. «Por aquel entonces, todas éramos de casa. No cobrábamos, todo era por amor al arte. No se fichaba y para sacar dinero para los viajes hacíamos fiestas cada 15 días», recuerda Lechosa.

Por aquel entonces, todas éramos de casa. No cobrábamos, todo era por amor al arte"
Marta Lechosa, exjugadora y pionera

El Disco Bar Crisis, sito en lo que hoy es la Vache Follé, fue uno de los primeros patrocinadores del equipo femenino y allí se realizaban las fiestas. Era una manera de sacar pasta para los desplazamientos y de aprovechar la juventud. «Estábamos allí hasta que cerraba», apunta Lechosa.

Con el paso del tiempo, el Porcelos pasó a llamarse Autofórmula Uno y cada vez parecía más cerca el ascenso a la División de Honor. Ese primer éxito llegó en 1995, una temporada después de la retirada de Lechosa a los 37 y justo el año del nacimiento de Marta Horcajo. «Era imposible imaginar que a finales de los 90 y en la década de los 2000 fueran a llegar tantos éxitos», comenta 'La Abuela'.

Justo esa época de triunfos europeos fue la que vivió Horcajo como recogepelotas en El Plantío. Lo vivió siendo una niña y todavía hoy lo recuerda con cariño: «Era un sueño, una pasada para mí. Tenerlas enfrente, poder verlas ahí tan cerca...». 

Sin embargo, ese voleibol de élite acabó desapareciendo en 2012 acuciado por las deudas. Casi todo lo construido durante décadas se fue al garete, pero se mantuvo una semilla que aún perdura a día de hoy. De hecho, nunca antes tantas niñas habían practicado voleibol como deporte escolar en la provincia. Cerca de 2.000 niñas, se dice pronto, lo juegan en Burgos, Miranda, Villarcayo y otras localidades del territorio. «La cantera que tenemos en Burgos es increíble. El vóley tiene desde hace unos años mucho tirón», asegura Horcajo, que ejerce de entrenadora y jugadora en el CV Burgos Universidad de Burgos.

Llevamos un par de años viendo peligrar el proyecto. Me he tenido que poner yo de entrenadora para que saliera"
Marta Horcajo, entrenadora y jugadora del CV Burgos

 A pesar del 'boom' escolar en torno al voleibol, el CV Burgos sufre cada temporada para salir adelante. Compite en Primera Nacional, la tercera categoría del país, y resulta cada vez más complicado costear todo lo que supone a nivel de viajes. «Llevamos un par de años viendo peligrar el proyecto. Este año me he tenido que poner yo de entrenadora para que saliera. Veía un equipo competitivo y tenía que salir. Lo que estamos haciendo es para estar orgullosas porque somos todas de casa, estamos estudiando y trabajando, y vamos quintas del Grupo A», comenta Horcajo.

En su liga, compiten con rivales con más recursos, dos entrenadores, delegado y preparador físico. Es evidente de que están en inferioridad de condiciones, pero lo suplen con entrega, tenacidad y talento. Como si el espíritu de pioneras como Marta Lechosa, que se escapa a verlas cada vez que puede, no lo dejara morir. Es un acuerdo tácito entre aquella vanguardia que recuerda con nostalgia el Siglo XX y las nuevas generaciones con 2.000 escolares a la cabeza que aseguran a voz en grito que son la resistencia.