No cabía ni un alma en el Polideportivo Municipal El Plantío. La afición, que no encontraba asientos vacíos, se iba colocando en las escaleras del estadio. Llegó un momento en el que Protección Civil impidió que entraran más espectadores al recinto, que estaba a reventar. Aquella tarde de invierno de 2003, la expectación en la ciudad era máxima para presenciar el duelo de la Champions League entre el CV Universidad de Burgos y el Foppapedretti Bérgamo, uno de los mejores equipos del mundo en ese momento. No hubo sorpresa y las lombardas salieron victoriosas, pero ese día supuso un hito en el deporte femenino burgalés. «Sentimos que habíamos tocado techo. Italia era como la NBA del vóley. Tenían jugadoras que cobraban como todo nuestro equipo», recuerda Javier Pérez, directivo en aquellos años.
La participación en competiciones europeas fue habitual desde que Burgos logró el ascenso a División de Honor con Raúl Yudego en el banquillo a finales de los 90. Nunca antes había estado en la élite, pero las burgalesas cayeron de pie en la máxima categoría y sellaban año tras año su billete a competiciones europeas, bien la Champions, la Copa CEV o la Copa Challenge. «En el primer año en la élite ya empezaron a llegar las primeras extranjeras y se fue creando el ambiente de una cancha en la que era muy difícil de ganar», asegura Faustino Gómez, vicepresidente del club por aquel entonces.
Disputó hasta cuatro finales de la Copa de la Reina y perdió las cuatro
El primer escenario fue el Centro Cívico de Río Vena, donde algunos aficionados recuerdan todavía que lanzaban bocadillos a la grada. La hinchada estaba prácticamente encima de los equipos y empezaron a llegar las primeras quejas de los rivales. «Era brutal, una caldera», afirma Isidro Revilla, también en el organigrama del club por aquel entonces.
Después, llegó el turno del José Luis Talamillo y, más tarde, asumieron el reto de llenar El Plantío. Ahí se vivieron los grandes éxitos europeos y los duelos a cara de perro contra el 'todopoderoso' Tenerife Marichal. Para entonces, ya había llegado a Burgos José Miguel Pérez, una figura clave que dirigió el banquillo desde 2000 hasta 2012, año de la desaparición del club. «Cuando llegué, me encontré un grupo de gente que tenía muchísimas ganas de trabajar y dar nombre al vóley. Vivimos en la época de Tenerife y Murcia, pero yo creo que lo hicimos muy bien dentro de nuestras posibilidades», señala Pérez, quien ahora vive su jubilación en Gijón, su ciudad natal, y entrena un equipo escolar en Avilés.
Se queda la espinita de no haber logrado nada teniéndolo tan cerca. Burgos se merecía un título"José Miguel Pérez, exentrenador del CV Burgos (2000-2012)
Con el asturiano al mando, el CV Burgos llegó a lograr lo inimaginable. Estuvo durante más de una década en los puestos cabeceros de la Superliga Femenina bajo el nombre de diferentes patrocinadores (Leisa, Damesa, UBU...), participó en dos ediciones de la Champions, dos Final Four de la Copa CEV y cuatro finales de la Copa de la Reina. «Jugar a ese nivel y quedar tercero y cuarto en la Copa CEV son recuerdos muy bonitos, aunque se queda la espinita de no haber logrado ningún título teniéndolo tan cerca. Burgos se merecía un título», apunta Pérez.
Aunque ahora sea difícil de visualizar, hubo un tiempo no tan lejano en el que algunas de las mejores jugadoras elegían España. Gisele Florentino, Milagros Cabral, Enia Martínez, Fernanda Duval, Regina Miloserdova, Elisenda Herms, Cristina Gallardo o Marta Gens pasaron por Burgos. «En los primeros años fichábamos a través de vídeos que nos enseñaban, luego ya era diferente. Una vez trajimos a una jugadora china y tuvimos que ir al restaurante chino de San Juan de los Lagos para que allí nos tradujeran y pudiera firmar el contrato», cuenta a modo de anécdota y entre risas un exdirectivo.
Se fue creando el ambiente de una cancha en la que era muy difícil ganar"Faustino Gómez, exdirecto del CV Burgos
La información no era tan accesible como lo es hoy en día, pero año tras año se las apañaron para configurar equipos realmente competitivos. Especial recuerdo dejó aquella eliminatoria en la que casi eliminan al Módena de la Champions o aquel tercer puesto en la Copa CEV de Turín en 2003 con una remontada épica ante el Balakovo ruso. «Llevarse el bronce fue increíble. Estábamos jugando contra algunas de las mejores del mundo», asegura Elisenda Herms, jugadora del UBU durante siete temporadas e internacional con la selección española.
Junto a ella y desde el Granada llegó también Cristina Gallardo. Ambas eran 'viejas conocidas' de José Miguel Pérez y las reclutó para la causa. «Fueron años muy bonitos», recuerda Gallardo. «Lo que más me llamó la atención fue la afición. Yo venía del sur y me habían dicho que en el norte la gente era muy seca, pero siempre estuvieron ahí, sin una mala cara», añade.
Llevarse el bronce fue increíble. Jugábamos ante algunas de las mejores del mundo"Elisenda Herms, exjugadora del CV Burgos
La ciudad estaba volcada con el voleibol femenino en unos años en los que el deporte de élite no era tan común en Burgos como lo es hoy. El Plantío se llenaba en los partidos especiales y había desplazamientos con el equipo por Europa y a las finales de la Copa de la Reina. «Perdimos cuatro finales de Copa y sobre todo me duele la de Gijón. Tuvimos en la lona al Tenerife, pero Magaly Carvajal nos ganó el partido prácticamente sola con 300 burgaleses en la grada», rememora Faustino Gómez.
Regina Miloserdova, uno de los iconos sobre la pista de aquellos años, también lamenta que no se pudiera levantar un trofeo y lo achaca a la diferencia de presupuestos, ya que los equipos italianos, el Tenerife y después el Murcia superaban en mucho lo que Burgos se podía permitir: «Burgos ha sido un equipo sin mucho presupuesto, pero tenía las jugadoras más potentes de España. Siempre plantábamos cara, con muy buenas profesionales, pero nos faltaba la pasta».
No teníamos mucho presupuesto, pero siempre dábamos la cara"Regina Miloserdova, exjugadora del CV Burgos
Ahora, dos décadas después, los protagonistas de aquella historia recuerdan con nostalgia esos años dorados y lamentan que todo se desmoronara de forma súbita en 2012. No obstante, todos coinciden en que en 2008 ya se produjo un bajón por la crisis económica y que en 2010 se empezaron a barruntar los problemas que vinieron después, principalmente económicos. «Fue un cúmulo de todo. Es un capítulo bastante farragoso. Cansancio, una forma diferente de trabajar, una serie de incumplimientos de gente que te promete y luego no te da...», recuerda Faustino Gómez.
Al final, las deudas terminaron por quebrar el proyecto que tantas tardes de gloria dio a los burgaleses. Además, fue un adiós feo, con deudas, juicios por impagos y malas caras. Todo se vino abajo de repente en lo que fue un triste final para tan bonita historia.
Las deudas fueron el motivo principal de la desaparición