El teletrabajo es residual mientras las bajas se disparan

G. ARCE / Burgos
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5 años de la pandemia en Burgos | La digitalización de procesos tras la pandemia ha reducido viajes y congresos, también la atención presencial en las Administraciones. El absentismo se dispara y la fuga de talento es imparable

Hay empresas que han aprobado un pacto para teletrabajar, aunque esta fórmula se emplea de forma contenida en Burgos. - Foto: Rueda Villaverde

Cinco años después de la crisis sanitaria que consagró el teletrabajo como la solución contra los confinamientos en los domicilios, el uso de esta forma de operar en remoto es hoy desigual en la economía burgalesa: «muy residual» en la empresa privada -salvo en algunas ocupaciones y sectores tecnológicos-, mientras que su implantación de forma híbrida (por días) en la Administración Pública sigue dando pasos hacia su normalización entre sus plantillas.

Para todo el tejido productivo, tanto privado como público, la covid supuso salto obligado en la consolidación de la digitalización de los procesos industriales y de gestión, lo que también está transformando la manera de entender el trabajo, la presencialidad en los puestos y el valor de unos perfiles profesionales sobre otros.

El boom del teletrabajo puro, a tiempo completo, se ha deshinchado totalmente en las empresas burgalesas. FAE no recibe desde hace años consultas al respecto, ni es un tema que -a su entender- preocupe en la empresa, aunque confirma que el trabajo en remoto se ha normalizado en perfiles muy técnicos o intelectuales, que operan por objetivos o calendarios de actuaciones, algo cada vez más común entre las ingenierías, los informáticos, las consultorías y también en los comerciales y la alta dirección, que requieren de una gran movilidad para ejercer sus funciones.

«La mayor parte de estudios de recursos humanos apuntan que el teletrabajo puro no favorece ni al trabajador ni a la empresa. Otra cosa son las fórmulas híbridas que apuestan por la opción de trabajar 2 o 3 días de la semana en remoto y que ayudan a la conciliación», explica Íñigo Llarena, vicesecretario de FAE, que apunta a que la principal defensa del teletrabajo se sostiene hoy en el ahorro significativo de costes en desplazamientos, alojamientos y dietas.

Superadas las causas mayores de la pandemia, el trabajar en casa, argumenta Llarena, aísla excesivamente al trabajador y le ubica en un entorno personal -si perdura en el tiempo- en el que le va a ser muy difícil distinguir el centro de trabajo, del hogar, la familia y el ocio.

Entre los empresarios es unánime la idea de que con el teletrabajo puro se pierden los conocimientos y ideas que surgen de las relaciones presenciales del día a día, hay menos confidencialidad en las comunicaciones y más riesgos en el ámbito de la ciberseguridad.

Es importante también reseñar que, en los últimos tiempos, hay empresas que empiezan a entender que si se puede teletrabajar en un determinado proceso, se puede externalizar, es decir, se puede prescindir del trabajador o los trabajadores en remoto subcontratando los servicios que prestan.

Al final, es una cuestión de costes y la pandemia puso en evidencia la proliferación en exceso de viajes de trabajo, billetes de tren o de avión, facturas de hotel, de restaurantes, de carburante... Es más, las aplicaciones informáticas como los webinars, videoconferencias que permiten conectar a personas en tiempo real sin importar la ubicación, han demostrado su gran valor para abaratar costes y ajustar los tiempos de reunión y los desplazamientos al máximo.

El descenso en el número de congresos profesionales y ferias comerciales es evidente y cuestiona una de las actividades por las que apostaba Burgos como foco de eventos. Por contra, la crisis de las oficinas cerradas que han sufrido las grandes capitales -y que empieza a remitir- no se ha notado con la misma intensidad en Burgos.
híbrido.

La implantación de esta fórmula laboral continúa en el sector público -en aquellos perfiles donde es posible (muy difícil en la sanidad o la educación)-, aunque se está apostando por un sistema mixto presencial, con un máximo de 2 o 3 días por semana, nunca la totalidad de la semana laboral.

Es una fórmula utilizada y demanda por aquellos empleados públicos que hacen largos desplazamientos en su día a día, incluso entre provincias (a Madrid o Valladolid). Cada administración impone sus limitaciones y condiciones en esta fórmula, que ha llegado para quedarse en lo público, aunque se cuestione por los problemas de personal y las deficiencias de atención al ciudadano que arrastra.

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(Más información sobre este tema y los testimonios y recuerdos de policías nacionales y locales, militares y bomberos, en seis páginas en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos o aquí)