El horizonte de la A-12 es lejano y difuso. Cada paso adelante para la construcción de la autovía queda neutralizado por una realidad que insiste en la necesidad de armarse de paciencia hasta que entre en servicio la plataforma que unirá Burgos y Logroño.
Será en un futuro sin fecha ni siquiera aproximada. La plataforma sacará los camiones de las localidades que ahora atraviesa la peligrosa N-120, pero la construcción no deja de alimentar su gafe. En este momento la previsión más optimista apunta a la próxima década, algo ya asumido hace meses tras caducar algunos proyectos.
Las obras iniciadas al este en el tramo bajo sospecha de corrupción entre Santo Domingo de la Calzada y Villamayor del Río y los pasos administrativos dados al oeste entre la capital e Ibeas invitan al optimismo. Sin embargo, la situación de los dos tramos centrales es desoladora según la respuesta tramitada desde el Congreso a la pregunta realizada por la diputada socialista por Burgos, Esther Peña.
El segmento que conectará Villamayor del Río y Villafranca Montes de Oca, el primero que discurrirá íntegramente por suelo burgalés a través de 16,6 kilómetros de recorrido, sufrirá un cambio sustancial en su planteamiento administrativo. Este punto sufrirá un nuevo retraso sobre la planificación inicial después de que el Ministerio de Transportes haya anunciado la segregación del proyecto original en dos partes, aunque no está definido cuál será la distancia de cada uno de ellos.
Tocará empezar de cero la tramitación de sendos proyectos y sus respectivos procesos de redacción, licitación y construcción.Esta circunstancia ampliará aún más el margen de tiempo necesario de construcción de un trazado que se encuentra en pleno proceso de actualización de precios.
Añadir un tramo más no augura buenas noticias. Salvo sorpresa mayúscula, la tramitación administrativa, los plazos de construcción y la disponibilidad económica para ejecutar ambos proyectos descabalgará los ritmos y las prioridades en la construcción de esos 16,6 kilómetros comprendidos ahora en dos partes.
Si la A-73 entre Burgos y Aguilar destaca por la ejecución inconexa de sus tramos (algunos ya en servicio, otros inmersos en la redacción del proyecto y otros, directamente, olvidados en un cajón), el desarrollo de los acontecimientos de la A-12 apuntan a esa misma dirección con avances en ambos extremos, un tramo olvidado por su altísimo presupuesto estimado de 246 millones y otro dividido.
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