El Monasterio de El Espino quiere sacar el máximo partido al Granero de San Francisco. Tras desarrollar el cultivo de la lavanda y afianzar su programación cultural durante el verano, el objetivo ahora pasa por ampliar su número de visitantes. Para ello, han encontrado un aliado, en este caso en suelo alavés, con el que los promotores confían en sumar a grupos de todo el país. El socio lo han encontrado en el Valle Salado de Añana, un punto a escasos 15 kilómetros donde consiguieron atraer a más de un millón de turistas el año pasado. De la mano de este gigante «hemos creado una oferta combinada», explica Ana García, que también confía en que el pueblo de Santa Gadea del Cid, donde se ubican, también note una repercusión «porque es un pilar para nosotros», ensalza la promotora.
«Cuando nos viene la gente tratamos de decirles que aquí no estamos solos», reconoce la encargada de la programación del Granero, quien puntualiza que «pretendemos aprovechar todo el patrimonio cultural, medioambiental e histórico de la zona, para favorecer el desarrollo rural». En este contexto, afirma que el número de visitantes crece, pero esperan que lo haga aún más y por eso han puesto en marcha la colaboración con el Valle Salado. El acuerdo permitirá que «se hagan visitas guiadas desde ya hasta el mes de octubre», expone García, quien añade que la propuesta se basa en visitar las salinas y posteriormente el Granero, pero en cualquier caso, desde el Monasterio de El Espino se confía en beneficiarse del polo de atracción de sus vecinos alaveses.
Al margen de esta unión, García también vincula su desarrollo turístico «al origen del castellano», ya que Valpuesta está a poco más de 21 kilómetros de donde se encuentran, además de recordar otros puntos próximos como Oña, Poza de la Sal o Frías. Dentro del entorno, tampoco se pierde de vista «a La Rioja y toda la ruta del vino», aunque por el momento no hay nada conjunto como se ha podido articular para este año con el Valle Salado.
Las puertas del Granero se abrieron oficialmente esta temporada el 1 de mayo. García indica que aún dan forma a la programación, aunque avanza que «los conciertos volverán a partir de junio todos los domingos y comenzarán el día 7», con una oferta cultural con la que tratan de dinamizar el entorno de Santa Gadea del Cid. A los espectáculos musicales, se suman los talleres que también organizan en el recinto, con los que pretenden potenciar los productos de la zona.
García indica que «artesanos de los pueblos de alrededor podrán mostrar cómo hacen las elaboraciones», en una oferta que «también se hará entre semana», ya que los domingos los quieren aprovechar más para la música y los sábados están reservados para eventos, ya que prácticamente todos están copados por la celebración de bodas.
Más allá de la parte turística, la promotora ensalza que «la principal actividad que tiene el Granero es agrícola». Cuando se recuperó este espacio en 2019, en el monasterio remarcaron que el proyecto tenía una vertiente vinculada al primer sector y el cultivo de la lavanda, así como su transformación. «Cada vez tiene más aceptación», apunta García sobre esta planta aromática, que reconoce que en sí misma ya supone un atractivo turístico en la época de floración en los primeros compases del verano. Más allá de aprovecharse del paisaje, García recuerda que tienen su propia destilería de la que sacan productos «como jabones artesanos y otros más elaborados en base a nuestra esencia y que ponemos a la venta en el Granero».