840.000 euros que apenas mejoran la carretera de Bañuelos

S.F.L. / Bañuelos de Bureba
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Las actuaciones de mejora proyectadas por la Junta en un trazado de 22 kilómetros solo logran eliminar el peligro en un tramo que presentaba profundos baches. Sigue habiendo 20 puntos negros y parte del nuevo arcén se ha vuelto a levantar

Los alcaldes de Bañuelos de Bureba (c.) y Quintanaloranco (d.) y un concejal exigen, de nuevo, señalización renovada. - Foto: Patricia

La renovación superficial de la carretera que une la ciudad de Briviesca con Belorado y atraviesa Bañuelos de Bureba no ha dado los frutos esperados por los conductores más habituales, a pesar de que la Junta de Castilla y León haya invertido 841.000 euros en la actuación. Los tramos de mayor riesgo en un trazado de 22 kilómetros «todavía suponen un peligro», para el alcalde del pequeño municipio, José María Díez, que teme que el «día menos pensado ocurra una desgracia».

A principios de año, antes de que licitaran el contrato de ejecución de las obras, presentó en la institución regional un documento que recogía 21 puntos negros detectados a lo largo de la BU-710, desde la capital burebana a la localidad beliforana, de los cuales «solo se ha eliminado uno, la reparación de un firme irregular con blandones, baches de hasta 15 centímetros de profundidad y deformidades en la calzada, concretamente entre los  puntos kilométricos 11 y 14», aclara el regidor. 

El informe detallado lo acompañó con fotografías con las que pretendió advertir sobre las amenazas del trazado. Sin embargo, meses después de que los trabajos terminaran, Díez se lamenta de que los conductores continúan «enfrentándose a curvas muy cerradas, carriles muy estrechos y poca visibilidad» como consecuencia de las dimensiones de los árboles ubicados en ambos márgenes. A pesar de que en más de una ocasión, tanto el Ayuntamiento de Bañuelos, como el de Carrias o Quintanaloranco, han solicitado la «poda de las ramas porque llegan a invadir parte de la calzada, la situación se mantiene igual», añade.

El proyecto de casi un millón de euros contemplaba extender una capa de aglomerado con el fin de conservar en buen estado el firme, pero no la modernización (modificación de trazado en planta y en alzado), suavizar curvas cerradas o  mejorar el peralte, entre otros. Una medida «insuficiente», denuncia el alcalde, con la que «nada cambia», añade. La jefatura de la sección de conservación y explotación de carreteras de la Junta confirmó a Diario de Burgos antes de llevar a cabo las obras que al mismo tiempo se «eliminarán árboles y arbustos» de la zona de dominio público y realizarán «limpiezas varias» como actuaciones complementarias. En función de las previsiones presupuestarias, también se «ensancharán las obras de fábrica, extenderán bermas y levantarán las barreras de seguridad», unas actuaciones que «no se aprecian», según el alcalde.

El tránsito rodado por esta vía se ha «incrementado exponencialmente» en los últimos años, especialmente por vehículos de gran tonelaje, llegando a circular más de un centenar dependiendo de la época del año. A los agrícolas se «suman camiones tráiler que la mayoría circula a gran velocidad», denuncian también los vecinos. Esto supone que parte del nuevo arcén se haya levantado, «quizás por no emplear los materiales necesarios o porque lo que pide esta carretera es que se ensanche», añade Díez. 

Junto a su compañero de gobierno, José Félix Carranza, y el alcalde de Quintanaloranco, Álvaro Hernando, ha solicitado en varias ocasiones sin éxito la sustitución de las señales verticales, en las cuales apenas se aprecia el límite de velocidad, y que instalen «otras luminosas» en los cruces. Por el momento no se plantean convocar movilizaciones pero no descartan colocar de nuevo una pancarta que la Junta ordenó retirar, en la que se leía «carretera chapucera».