Trasladarán al Museo los frescos de Luis Sáez de la capilla del Yagüe

R. TRAVESÍ | Burgos
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Las pinturas del artista, que representan a la Virgen y el niño y a San José, serán retiradas antes del derribo de la Residencia para exponerlos en la galería de Burgos

Frescos de Luis Sáez - Foto: DB/Ángel Ayala

La vida de Luis Sáez se apagó a los 84 años en mayo de 2010 pero perdura su obra en forma de pinturas, en todo tipo de formatos como óleos, dibujos, litografías y frescos. Sí, frescos, como los dos que están en las paredes de la capilla del Hospital General Yagüe y que serán retirados tras la desconsagración de ese espacio de culto y antes de que las máquinas derriben la vieja Residencia, que es el destino que le aguarda en un futuro próximo una vez que cese su actividad y todos los servicios se trasladen al nuevo centro. Además, las tres estatuas presentes (San Juan, la Virgen y Cristo) se trasladarán al pequeño recinto habilitado para el culto en el nuevo hospital.

El delegado territorial de la Junta, Baudilio Fernández-Mardomingo, apunta que los frescos de Luis Sáez serán retirados y, previsiblemente, trasladados al Museo de Burgos. Considera que podría ser el mejor lugar para albergarlos y para disfrute de ciudadanos y turistas. Está previsto que la restauradora del museo acuda a la capilla para estudiar su estado y su extracción, aunque, en la actualidad, hay técnicas que lo realizan sin dañar las piezas.

La capilla del Yagüe no es un lugar muy concurrido, salvo por los enfermos del hospital y sus familiares, además de los vecinos de la zona que acuden a rezar o a misa. De ahí que muchos burgaleses desconozcan que guarda dos ‘tesoros’, obras de una de las grandes figuras de la pintura del siglo XX, el burgalés Luis Sáez.

Se trata de un fresco que representa a San José Obrero y otro que muestra a la Virgen del Perpetuo Socorro con Jesús en brazos. Son dos imágenes que pertenecen a la primera etapa del artista originario de Mazuelo de Muñó pero donde ya se aprecia el estilo característico de Sáez. El realismo riguroso, donde priman las figuras, la fuerza del gesto y el uso del color se ven a la perfección en estas dos obras. En una se observa a un San José con unos brazos y una manos fuertes que sostienen útiles de carpintería y en la otra el gesto de cariño de la Virgen con su hijo al cuello.