Sin duda hubiera sido un buen lugar para vivir. Lejos del bullicio del centro de la ciudad, rodeado de árboles y a escasos metros del río Vena, pero el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó varado este entorno bautizado como el Gran Villímar. En el denominado sector V-2 se preveían construir 1.400 viviendas que nunca llegaron a levantarse y la urbanización que las iba a acoger quedó inacabada en 2008 y así sigue. El paso del tiempo y los vándalos han hecho que el paseo a pie o en bici por la zona se haya convertido en una práctica de riesgo.
Los más de medio centenar de pozos y arquetas que han quedado al descubierto no se han tapado para evitar que los paseantes o sus mascotas puedan caerse y lo peor es que la maleza ha crecido a su libre albedrío y dejado ocultos alguno de ellos, lo que entraña un riesgo mayor. Los que se hicieron para ubicar todas las canalizaciones del sector urbanístico son muy profundos e, incluso, tienen escalera para poder bajar a su interior. También los hay que están llenos de agua y no se puede ver su profundidad, de modo que una caída podría provocar un accidente grave.
La falta de conservación del arbolado ha provocado la caída de ejemplares de gran porte en zonas del camino, lo que también puede provocar accidentes para los usuarios de esta zona. Las malas hierbas se han extendido y han cubierto parte de las aceras que quedaron inacabadas o el carril bici.
La zona está totalmente abandonada, de modo que se aprovecha para depositar todo tipo de basura, incluido material de obra. También se han abandonado farolas en desuso que se han retirado de espacios públicos e, incluso, losetas de hormigón sobre las que se colocan los contenedores de basura y que se quitaron con la implantación del nuevo contrato de recogida de residuos.
Desde el Consejo de Barrio de Villímar llevan años reclamando una solución al Ayuntamiento para evitar cualquier riesgo, pero la solución no es fácil al no ser el titular del suelo. Se colocaron unos palets de madera sobre los pozos, pero desaparecieron a los pocos días. También en mayo del año 2020 se instalaron unas vallas y una cinta para impedir el paso pero también desaparecieron. Cuando se llevó a cabo la actuación de mejora de los márgenes del Vena hasta el polígono industrial se cerraron los dos puentes que conectan la zona con San Cristóbal para frenar el paso, pero dada la dimensión del terreno y la falta de protección no impide acceder por otro lugar.
La Gerencia de Fomento instó en diciembre de 2020 a la junta de compensación del sector Villímar 2 a completar la urbanización o procedieran al vallado para garantizar su seguridad. Ocho meses después las constructoras contestaron al Ayuntamiento que no podían hacerlo por carecer de recursos económicos. Se habló de llevar a cabo una ejecución subsidiaria con los avales depositados, pero no se dio ningún paso. La zona, por tanto, es privada al no haberse recepcionado e incluso salió a subasta. Mientras el deterioro avanza sin una solución ni a corto ni medio plazo.