Reivindicar, reivindicar y reivindicar. Esta es la palabra que repiten una y otra vez... y sigue marcando el día a día de las mujeres rurales de la provincia, que juegan un papel esencial como motores de desarrollo económico y social del medio rural, y de lucha contra la sangría de la despoblación. Las mujeres son las que más emprenden en los pueblos y también las que más luchan, no solo por sus derechos sino por los de todos los habitantes de esa mal llamada 'España vaciada'.
De reivindicar y luchar en los pueblos saben mucho la Asociación de Mujeres del Mundo Rural de Burgos (Amurbu), integrada en la Confederación de Mujeres del Medio Rural (CERES); la Confederación de Federaciones y Asociaciones de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer), y la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), tres asociaciones que representan y agrupan a cientos de mujeres que viven y trabajan en el medio rural burgalés. Jaione Ávila, de Amubur-Ceres; Julia Quintana, de Fademur, y Aurora Lázaro, de Afammer, portavoces de estas asociaciones, encarnan ese espíritu reivindicativo que siempre ha caracterizado a las mujeres rurales burgalesas y que la ha servido para alcanzar importantes logros.
Son las primeras en denunciar las situaciones de discriminación y desigualdad, y también en exigir que se reconozca el papel que están desempeñando en el desarrollo del mundo rural, donde buena parte de los nuevos negocios están en manos de mujeres emprendedoras, la mayoría de ellas formadas gracias a estas asociaciones que se resisten a que los pueblos languidezcan y la despoblación se adueñe de ellos.
Aunque estas elecciones sean municipales, y las relaciones con los ayuntamientos sean «buenas», las portavoces de estos tres colectivos mantiene sus reivindicaciones hacia las administraciones provincial, autonómica y central. Con las administraciones locales, las más próximas, aseguran que están en sintonía y recuerdan que en muchos casos disponen de locales municipales para realizar algunas actividades y talleres. No opinan lo mismo del Gobierno central y de la Junta de Castilla, ya que afirma que han visto recortadas las ayudas que percibían.
«Los recortes son un problema, pero es más importante el de la escasa conexión que existe con las administraciones más lejanas», asegura Aurora Lázaro, que vive en Sotillo de la Ribera, y manifiesta que la Diputación y la Junta «viven muy alejadas de la realidad del medio rural, aunque esta provincia y Comunidad son eminentemente rurales», asevera.
En esta línea, Julia Quintana, que reside en Cilleruelo de Abajo, donde tiene su propio negocio, lamenta los recortes que han sufrido las asociaciones, «en especial desde Agricultura de la Junta, solo nos han dejado una de la Dirección General de la Mujer a nivel regional», asegura esta luchadora.
«Los políticos se tienen que implicar mucho más y no solo prometer», declara Jaione Ávila, que reside en Belorado, «un lugar tranquilo» matiza, a la vez que lamenta que en ocasiones se hagan inversiones, como el polígono beliforano, «en el que solo hay dos empresas y los jóvenes se tienen que marchar fuera. Necesitamos trabajo en los pueblos y tenemos muchas carencias, como por ejemplo la autovía A-12».
El del transporte es uno de los principales problemas del medio rural porque, como afirma Quintana, «necesitamos un transporte a la demanda para ir al centro de salud para unos análisis porque si no tenemos un transporte, ¿cómo lo hacemos? Al final es todo, carreteras, transporte y todos los servicios, en especial en los pueblos pequeños». A este listado Lázaro añade los de la vivienda, un problema en todos, matizan Quintana y Ávila, y el de la seguridad, aunque reconoce que la solución de la mayoría no está en manos de las asociaciones. «Necesitamos facilidades para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda y buenas conexiones a internet para que puedan teletrabajar y quedarse en los pueblos», afirma.
«Queremos vivir en los pueblos y vivir en ellos no es ninguna desgracia, pero tenemos que tener los mismos servicios que en el medio urbano por muy poquitos que seamos», manifiesta Quintana, afirmación que refrenda Ávila, quien también reclama más apoyo para los jóvenes se puedan incorporar a las explotaciones agrícolas y ganaderas. «A los políticos se les llena la boca hablando de ayudas para los jóvenes, pero para cuando les dan algo y tras las numerosas inversiones que les exigen, luego pasan dos años, y tenido que solicitar otro préstamo. Eso no es ayudar», declara Ávila haciendo referencia a un caso que conoce bien, el de su hijo, y afirmando que «las ayudas tenían que desaparecer todas, lo que tienen que hacer es pagar un precio justo a los que cultivamos».
«La gente entre 30 y 50 años que se ha quedado a vivir en los pueblos está más concienciada de que tiene que defender este territorio y esta forma de vida», asevera Lázaro, que destaca el «gran dinamismo» que hay en el mundo rural. Estas tres asociaciones son, en gran medida, las responsables de ese dinamismo con sus cursos, talleres y programas, de todo tipo, y llevando la formación a las mujeres rurales, formación que es la principal herramienta para alcanzar la igual por la que vienen luchando.
Concienciar y reivindicar, además de fomentar la unión de las mujeres, cada vez se asocian más, es lo que impulsan desde estas tres asociaciones, que exigen más apoyo para el mundo rural y piden a los políticos, no a los de los pueblos, que conocen la realidad, «que salgan de los despachos y vayan a los pueblos antes de decidir sobre ellos» con sus políticas.