Valdebezana: el valle que resiste al invasor

R. PÉREZ BARREDO
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Desde marzo hasta hoy, este municipio del norte de la provincia sólo ha registrado dos casos de covid-19. Se dieron en la residencia de ancianos de Soncillo. Pero sin consecuencias. ¿Cuál es el secreto de los 26 pueblos que mantienen a raya el virus?

Franco Amalio, vecino de Torres de Abajo, en el valle de Valdebezana. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

La niebla es tupida en el puerto de Carrales, donde el otoño ha empezado a anidar con ocre prolijidad. El Valle de Valdebezana exhibe con contundencia sus verdes praderas sobre las que pasta el ganado con la misma mansedumbre con la que cae una lluvia fina y delicada. Las ruinas de Torres de Arriba apenas son perceptibles: el pueblo que tuvo la mala suerte de caer en mitad del frente durante la Guerra Civil fue arrasado. Torres de Abajo, el 'Guernica' burgalés, aguantó, y aunque padeció bombardeos y fuego cruzado, no fue borrado del mapa. Quizás tan turbulento pasado dejara en el adn de sus vecinos un gen de resistencia. Porque el Valle de Valdebezana es algo así como la aldea gala de Astérix, que está resistiendo a ese invasor llamado Covid-19. Salvo dos casos sin consecuencias en la residencia de Soncillo, allí no hay rastro del virus.

Franco Amalio Pérez García, 85 años, rebosa jovialidad. Vecino de Torres de Abajo, cuando apenas tenía dos años tuvo que ser evacuado a Cóbreces por culpa de la guerra; regresó cuando terminó, y aquí desde entonces. "Aquí el aire es sano, la corriente del pantano ... Toda la vida trabajando en la labranza", apunta como posibles claves de que el virus haya pasado de puntillas por el valle.

No tiene miedo Franco. "Si lo tuviera, no saldría de casa. Pero se me da mal lo de la mascarilla, es como antaño, cuando les teníamos que poner el bozal a los bueyes ya las vacas", dice riendo. La crisis sanitaria no ha modificado su rutina: paseos por el monte, salidas a hacer leña ... Lo único que ha cambiado en su cotidianidad, eso sí, es que ya no 'baja' a Soncillo a echar la partida. En ese punto, prefiere ser prudente. Si pasó una guerra, cómo no sobrevivir a esto, señala.

Florentino Ruiz es el alcalde del valle. Tiene muy claro que las tempranas medidas que se adoptaron explican el éxito, subrayado por la gran prudencia que, desde el principio, tuvieron los vecinos que habitan en los veintiséis núcleos de población que integran el municipio. Es cierto que la dispersión ayuda, pero también que en verano la población se multiplicó y, sin embargo, eso no trajo aparejado brote alguno.

"Desde el Ayuntamiento procuramos minimizar los riesgos; salvo el mercadillo y poco más, otros servicios que podrían crear riesgos no se han abierto ni en primavera ni en verano. Además, hemos desinfectado todos los pueblos, repartido mascarillas ...". Pero Ruiz tiene, además, una teoría muy personal: "Aquí la población está muy envejecida. Y es el mayor riesgo. Pero es gente dura, acostumbrada al trabajo, al sufrimiento a lo largo de su vida. Han trabajado en el campo y han tenido una alimentación mucho más sana que la que tenemos ahora. La mayor parte eran niños durante la Guerra Civil ... Esa generación sufrió mucho. Y quienes sobrevivieron son personas muy fuertes, han desarrollado una fortaleza natural que ahora, con esta crisis sanitaria, les está ayudando".

Ejemplo de prudencia hijo José Antonio del Hoyo y María del Carmen Andino, vecinos de Soncillo. "Hemos cumplido las normas a rajatabla y sido muy prudentes con todo desde el principio de la pandemia, con la distancia de seguridad, con la mascarilla, no jugando a las cartas ...", explican.

Apunta José Antonio, 83 años, que algo habrá contribuido el aire sano que se respira en el valle. "El clima de aquí es especial. Así que es difícil que el bicho pueda hacernos daño si además tomando precauciones", subraya María del Carmen, de 78 años. "Yo he sido tan disciplinado como cuando en la Mili, que me tocó en África, en Sáhara", apostilla él sonriendo. "Nos han tocado épocas difíciles, y esta es otra. Hay que afrontarlo como viene", apuntan.

En el Valle de Valdebezana trabaja como auxiliar de ayuda a domicilio Almudena Pérez, que está diariamente en contacto con los vecinos, usuarios a los que atiende por éste y otros valles. "La poca población ayuda. El que no haya masificación influye. También la prudencia. Aquí la gente mayor es muy prudente, acata las normas perfectamente". Sostiene Almudena que también contribuye a esta ausencia de contagios en la zona y al comportamiento ante el cambio de paradigma que la gente mayor "ha una vida muy dura, y se adapta bien a situaciones como ésta. Asumen que las cosas pasan así y se adaptan porque, por supuesto, quieren cuidar su salud. Al principio detecté algo de miedo en ellos, porque son personas de riesgo; pero ahora lo llevan con resignación porque se dan cuenta de que esto va para largo. Pero lo llevan admirablemente bien, porque tienen paciencia, mucha paciencia. Son gente sabia ", concluye esta auxiliar de ayuda a domicilio.

El estanco de Cilleruelo de Bezana lo regentan con simpatía José Ramón (82) y María del Carmen Ruiz (76), que son muy claros con el diagnóstico del éxito de que su valle ha estado libre de virus. "Todo influirá, desde luego. El clima y que somos prudentes. Nosotros lo hemos sido y seguimos siéndolo. Hemos tenido mucho cuidado: atendemos y salimos con la mascarilla. Y hemos abusado del jabón y de los guantes. ¿Por qué? Porque hemos tenido miedo, las cosas como son. Es que aunque tenemos muchos años, no queremos morirnos. Es cierto que ya vamos los dos para allá, pero ... Eso de que hay gente que dice que le da igual ... Es mentira, porque vida sólo hay una. No queda más remedio que vivir esta situación con prudencia ". Ambos han estado todo el confinamiento con el estanco abierto y con todas las precauciones posibles.

Regenta el bar restaurante El Torreón, ubicado en Cabañas de Virtus, ya al pie del pantano de Arija, Pilar López, quien atribuye a la baja población del valle ya la prudencia el haber tenido a raya al virus. "La gente en general va con mucho cuidado; es a los menos a los que hay que ir educando, enseñándoles los protocolos". Le enorgullece que Valdebezana se encuentra en una situación casi insólita respecto de otras comarcas y zonas, y eso que, asegura, ha sido un verano "con mucho movimiento de gente de fuera. Ha sido un gran verano en ese sentido", concluye.