Dice el escritor y colaborador de este periódico Óscar Esquivias -devenido en una suerte de agente literario de Luis Eguílaz, a quien le unen lazos familiares y de amor- que cuando se encuentran los textos de este poeta de la ternura «uno ya no querría leer otra cosa». No se equivoca. Eguílaz es un hombretón de pelo blanco y, a veces, alborotado como el de Boris Johnson, y representa justo lo contrario que el orate británico: es un amante de la paz y de andar por la vida sin dar (y sin que le den) gritos. Le encanta comer croquetas, beber Coca-Cola, las fiestas, el rocanrol y el espacio exterior, y así lo expresa en sus textos -que atesoran más valentía que un millón de soldados juntos- glosando solo cosas buenas (Han encontrado una nueva órbita, y lo mejor es que tiene vida. A mí me gustaría ir. Me llevaría unas cocacolas, una bandeja enorme de albóndigas y miles de bolas de chocolina dulces) y pasando por completo de tendencias, corrientes y críticos. «Luis, cuya obra se caracteriza por la libertad formal y estilística, es un escritor absolutamente desprejuiciado, capaz de cantar a los marcianos y a la ensaladilla rusa, a Sara Montiel y a una gallina. Hay un pálpito de bondad y alegría en sus obras que las hace arrebatadoras y adictivas», analiza Esquivias. Luis, apostillamos aquí, es el mejor poeta del mundo.
Su discapacidad como consecuencia de una encefalopatía no le impide desarrollar una existencia enormemente rica: Presentó un programa de Radio Matorral que llevaba su nombre -Luis Eguílaz hablando de...- y ha participado en otros de Radio Inter, Gestiona Radio o Libertad FM y ha sido siempre un activista, entre otras causas por el derecho al voto de las personas con discapacidad intelectual. En junio, la revista Mirlo le dedicó una antología en la que, además de una selección de sus poemas, se incluyeron obras dedicadas a él de Arancha Maestro, José Manuel Oca Lozano, Alberto Luque Cortina, José Gutiérrez Román, Francisco Castaño o Eduardo Fraile.
Si a estas alturas del texto, lector, lectora, le han entrado ganas de acercarse al universo eguilaziano puede hacerlo, pues el Palacio de la Isla acoge estos días la exposición El vuelo del Mirlo donde se pueden ver sus poemas manuscritos y sus dibujos originales, de los que en esta página avanzamos algunos en plan aperitivo (con Coca-Cola, por supuesto). Este sábado participará en la nueva edición de las lecturas literarias dedicadas a Jorge Villalmanzo, en el Salón Rojo del Teatro Principal a partir de las 12 horas y así se anuncia: «Queridos burgaleses, voy a ir pronto a vuestra tierra, espero que esté lleno cuando haga mi presentación»
Me gusta escribir sobre la paz porque me gusta la paz. También me gusta la gente que es muy inteligente y la ciencia-ficción y me gustaría que mis poemas se conocieran en toda la galaxia"
Cuenta el autor de Poesías galácticas y Chocolate para todos, que la primera vez que pensó en lanzarse a hacer sus propios poemas fue saliendo del Teatro Principal. Acababa de escuchar en un recital a Tino Barriuso, José Gutiérrez Román, Carlos Contreras y Carlos Frühbeck Moreno y ni uno solo de ellos tuvo el coraje de recitar algún verso dedicado a los animales. «Ese mismo día empecé a escribirlos yo. Me gustan los poemas de animales». Desde entonces no ha parado de darle a la pluma y en su curriculum hay nada menos que seis libros de poemas inéditos que han circulado en ediciones no venales fotocopiadas, y una biografía novelada (Mirando las estrellas, 2014). Su amor por el arte se extiende a la música, no en vano ha sido vocalista del grupo de rock Ekiliquá, con el que participó en las fiestas patronales de Torrelaguna (Madrid), donde se ubica la residencia Afanias, que es su casa.
¿Que cómo elige Luis los temas que plasma en los versos? Se mueve por sus pasiones: «Me gusta escribir sobre la paz porque me gusta la paz, y me gusta la gente que es muy inteligente. También me gusta la ciencia-ficción y me gustaría que mis poemas se conocieran en toda la galaxia. La moda también es un tema importantísimo. España es una gran potencia en moda». Y cuando no está escribiendo, el mejor poeta del mundo está viviendo, porque adora muchas cosas además de los versos. Las que más, el zoo y las hadas, que, asegura, son sus amigas.