Muy sonriente bajó la reina Sofía del coche que la condujo a la explanada de acceso a los yacimientos de Atapuerca, de nuevo transformada ayer en excepcional caja de música para un concierto que reunió a unas 200 personas en un atardecer de esos que impresionan. Y más si, como era el caso, se podía disfrutar al mismo tiempo de la Sinfonía número 2 en Re mayor de Brahms, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León Joven. Quienes aventuraron con anterioridad que el espectáculo iba a ser único no se equivocaron: lo fue. Y por más de una razón.
Primero, porque, como ya se había dicho por activa y por pasiva con antelación, solo el escenario elegido para la actuación de esta cantera de músicos profesionales vinculada a la OSCYL, la entrada a la Trinchera, impone. Y así lo reconoció el director de la formación de jóvenes talentos, Lucas Macías, al asegurar que «para nosotros es un privilegio estar hoy aquí, en un sitio tan especial». A esto hay que añadir la temperatura, muy alta incluso al inicio del concierto, que se retrasó a las 21.00 horas. Algo que, si bien es cierto que por una parte permitió que los asistentes pudieran seguir el programa en manga corta, de principio a fin, obligó a reducir el programa.
Macías explicó a los asistentes que semejante calor impedía que la violinista solista, Roxana Wisnievska, pudiera interpretar la primera pieza prevista: El concierto para violín y orquesta de John Corigliano, con origen en la banda sonora que el estadounidense compuso para la película El violín rojo. Pero sí pudieron escuchar la citada sinfonía de Brahms y el comienzo de Así habló Zarathustra, de Strauss, que fue, de hecho, la obra de apertura del concierto. Y no por casualidad, ya que el programa considera que es «un majestuoso despertar, como si el universo mismo estuviera tomando su primer aliento, a partir de un profundo y grave zumbido del que emerge este paisaje sonoro que trasciende espacio y tiempo».
Strauss fue, por tanto, el responsable de poner al público en situación y, quizá, en comunión con el paraje y el momento. Una transición compleja, dado que la hora previa al comienzo del concierto fue de pura expectación. Todos los asitentes, salvo la reina Sofía, acudieron en autobús y tenían que ocupar sus asientos antes de que la emérita llegara. De la recepción oficial se encargaron el delegado del Gobierno en Castilla y León, Nicanor Sen; la recién nombrada vicepresidenta de la Junta, Isabel Blanco (con quien la emérita habló distendidamente mientras caminaba hacia su sitio); los alcaldes de Ibeas y de Atapuerca, José Ignacio Colina y Raquel Contreras, respectivamente, y el presidente de la Fundación Atapuerca, Antonio Miguel Méndez, así como los tres codirectores de los yacimientos: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro.