Roberto Ovejero siente que el abuelo Severino, fundador junto a su mujer de Lácteos Ovejero en la década de los cuarenta, estaría orgulloso de los logros de una saga familiar que sigue mimando en Briviesca la tradición y la calidad en la elaboración de su queso fresco y cuajada, pero también de que continúe impulsando la firma al desarrollar nuevos productos. Tras cinco años desde que lanzara al mercado un yogur elaborado con leche de oveja, ahora apuesta por una nueva receta de yogur cremoso fabricado con leche de vaca, que se distribuirá en negocios de restauración, aunque también habrá posibilidad de que los clientes lo adquieran en la fábrica o en tiendas de la provincia burgalesa, País Vasco o La Rioja.
Se trata de un producto que tendrá más vida útil que otros porque carecerá de desuerado (suero) y mantendrá las mismas características desde que se abra el envase hasta que se consuma. Las pruebas han superado los objetivos y el empresario calcula que en «aproximadamente un mes, de cara a primavera» lo empezará a comercializar en una red centrada en la hostelería, como bares, restaurantes o cafeterías, en tarrinas de tres y cinco kilos, aunque para su venta en las tiendas especializadas utilizará un formato inferior de un kilo.
La empresa familiar briviescana, por la que ya se deja ver la cuarta generación, se ha convertido en un referente de la industria agroalimentaria burebana y burgalesa gracias a su apuesta por la calidad y la especialización, mimando sus productos y manteniendo sus raíces en el modo artesanal de elaboración, no solo de sus quesos frescos que dan forma con las manos, sino también en el resto de sus productos, como la cuajada, el queso curado de oveja y mixto (oveja y vaca) y el yogur de leche de oveja. El empresario reconoce que la subida de costes no ayuda pero «conseguimos mantenernos en el mercado», declara.
Una de las claves del éxito de Lácteos Ovejero es la selección de la leche de oveja de ganaderías burebanas y vaca de Espinosa de los Monteros, que se procesa ya en la factoría y que, después de los análisis, si los parámetros sanitarios y químicos son los correctos se trasvasan por asépticas tuberías a los tanques que se reservan para la leche de oveja, la que se utiliza para las cuajadas y el yogur así como para la elaboración de los quesos puros y de mezcla, tanto el fresco tipo Burgos como los curados. Sin dejar de lado la mano de los maestros queseros y el control del proceso de cuajado. La pasta blanca -que ya ha exudado y vertido el suero en el caso de los quesos- la cortan a cuchillo antes de pasar por el proceso de moldeado y vendado.
Con fecha de caducidad corta al ser alimentos de consumo rápido y siempre fabricando bajo pedido de sus clientes, las cifras no engañan. En el último año han producido 290.000 kilos de queso fresco, 750.000 cuajadas, unos 10.000 kilos de queso mezcla, 2.000 de oveja y 20.000 yogures de oveja, lo que sitúa a la empresa en una de las grandes productoras de la provincia burgalesa.