Un verano más, y ya van seis, plantear un viaje que implique tomar la AP-1 es similar a echar una moneda al aire y esperar a que salga cara. La falta de inversión de la vieja autopista tras su liberación en diciembre de 2018 la convierte en una ratonera cada vez que hay un incremento notable del tráfico. Algo que es habitual especialmente en la época estival. Decir que optar por este trazado los fines de semana es como comprar boletos para quedarse atrapado durante horas no es un vaticinio, sino una certeza. Así lo muestra el balance histórico de la DirecciónGeneral de Tráfico y también un informe elaborado el pasado año por la Jefatura Provincial.
Si uno entra en la web de la DGT y observa cuántas veces se colapsa la AP-1 cada año, descubre que es aproximadamente una vez a la semana. Eso si descontamos los días en los que se contabilizan más de un atasco, que prácticamente duplican las cifras. El verano es el que incrementa la media de 'caravanas' de coches y camiones en la carretera que une Burgos con Miranda de Ebro. Casi la mitad de los incidentes se producen en esta época del año.
¿Qué significa esto? Pues que todos los fines de semana de la temporada estival la vieja autopista registra alguna retención. Unas veces un día, otras los tres. De media, suelen durar cerca de dos horas, aunque a lo largo de estos cinco años ha habido atascos que se han alargado durante casi todo el día, como el ocurrido el 4 de agosto de 2022 en los túneles de Pancorbo tras el vuelco de un camión.
Lo más habitual es que los atascos se produzcan por ligeros choques entre vehículos. Accidentes, la mayoría sin heridos o con lesiones leves, que dada la intensidad que soporta una carretera con apenas seis salidas ocasionan retenciones kilométricas en apenas minutos. Pero no han sido pocos los episodios que han derivado en cortes totales que han dejado atrapados a cientos de conductores. En junio del año pasado, por ejemplo, un socavón en la calzada provocó que durante días la incidencia afectara a un tráfico obligado a 'mudarse' a la N-I, convertida ahora en salvoconducto de aquellos que no quieren verse retenidos. Apenas un mes antes, el choque entre dos camiones que transportaban explosivos terminó con similar desenlace: el trazado cerrado a vehículos y decenas de personas 'tiradas' a pocos kilómetros de llegar a Briviesca.
Según un informe elaborado por la Jefatura Provincial de Tráfico, la AP-1 estuvo colapsada más de 10.000 minutos durante el año pasado, lo que ya supuso un incremento con respecto al ejercicio anterior. La DGT activó la alerta en más de un centenar de ocasiones, la mayoría de veces amarilla. Este aviso, que a priori es el más bajo, en el caso de este trazado es señal de que se va a atascar.
Las zonas críticas. Dentro de la AP-1 hay determinados puntos donde la probabilidad de quedarse atascado, en base al informe elaborado el año pasado por la Jefatura Provincial de Tráfico, sube considerablemente. En sentido Miranda, por ejemplo, el mayor número de retenciones a lo largo de los últimos años se ha concentrado entre los kilómetros 16 y 37, es decir, desde Monasterio de Rodilla a Briviesca. En dirección opuesta, los colapsos se concentran a la altura de Pancorbo, desde el 57 al 64. Situaciones, ambas, que evidencian que con la construcción de nuevos accesos se aliviaría considerablemente la congestión.
Y es que, por mucho que la Guardia Civil actúe de manera inmediata cada vez que se notifique un atasco y deriven vehículos a la N-I, los tramos sin salida se antojan demasiado largos para poder evitar que la AP-1 se convierta en una ratonera en caso de accidente. La solución a este problema, pese a los anuncios del Gobierno, se antoja aún lejana.
Hace unas semanas, la portavoz del PSOE y diputada por Burgos, Esther Peña, anunció la finalización de los proyectos de construcción de los accesos de Zuñeda y Monasterio de Rodilla. Ahora se abre el plazo para revisarlos antes de licitar una obra que supondrá un desembolso de algo más de 32 millones de euros. El anuncio da a entender que este trámite va a ser cuestión de meses, pero los antecedentes de la administración con otras infraestructuras no invitan al optimismo. Menos aún cuando todavía falta por resolver la expropiación de terrenos, que supuestamente se iba a publicar en 2023 y de la que, por el momento, no hay noticias. Las primeras estimaciones hablaban de que no habría máquinas sobre el terreno hasta dentro de dos años y parece que el plazo se alargará.
Lo que sí se está realizando en los últimos días, como cada temporada estival, es la mejora del firme del asfalto del trazado. Una intervención que, por otro lado, está complicando la circulación en varios tramos de ambos sentidos. Unas obras que amenazan con complicar las primeras jornadas de operación salida del verano.