El deporte arandino ha vivido una temporada cargada de emociones. Quizás, incluso excesivas en algunos casos. Aunque son centenares los ejemplos de deportistas y clubes en toda la comarca, es de resaltar el año de Arandina, Villa de Aranda y Erizos Rudos. Con situaciones casi opuestas en algunos casos, todos ellos han saboreado la gloria a su manera.
El caso de la Arandina quizás es el más difícil de explicar, pero el más simple de resumir. Boskov dijo un día 'fútbol es fútbol', y se quedó tan tranquilo. Sin decir nada, lo dijo todo. El descenso es la cara final, pero han dejado un año para la historia. La Copa recuperó esa esencia casi olvidada. El Real Madrid fue la excusa perfecta para recordar el enorme tesoro del que disfrutan los asiduos a El Montecillo ya sea en las buenas o en las malas. Unos días el balón quiso entrar, otros no, pero la conclusión es que el equipo mereció mucho más, y de nuevo, el fútbol debe una a la Arandina.
Horizonte muy opuesto vive el Villa de Aranda. El refrán de lo que mal empieza, mal acaba, lo han convertido en eso. En un simple refrán. La llegada de Javi Márquez ha recuperado la esencia del club, el Santiago Manguán ha vuelto teñirse de amarillo, a vibrar... y a soñar. Hasta tal punto de poder optar a ser organizador de la final four. Hay cosas que el dinero no compra, y los villanos lo están demostrando con una segunda vuelta inmaculada que los sitúa entre los candidatos a ascender.
Los Erizos Rudos tampoco se han quedado atrás. Trabajo, mucha pasión y el rodillo incorporado para llegar a la máxima división nacional. El sueño hecho realidad como recompensa a tantas horas de trabajo en la sombra. Todos ellos, con un final u otro, han compartido un denominador común que refleja el enorme potencial del deporte arandino. Han demostrado saber transformar la ilusión en momentos para el recuerdo.