Los feriantes aceptan resignados la nueva ubicación de las barracas fuera de la ciudad. No les gusta el sitio pero después de dos años en el dique seco por la pandemia necesitan trabajar no solo por la repercusión negativa en su economía doméstica sino también, -como ellos mismos reconocen-, en su salud mental. Durante la mañana de ayer una treintena de profesionales se reunieron en las calles del polígono de Villalonquéjar IV con el plano en el que figuran las atracciones que les ha proporcionado el Ayuntamiento para comprobar la distribución y encontraron algunas pegas que confían en que sean subsanadas si hay voluntad para ello.
La decisión municipal de que las barracas ocupen parte de la calle Valle de Zamanzas para dejar libres 200 metros de la calle Laredo, en la que irán la mayoría de las atracciones, y así reducir el impacto sobre el barrio de Villatoro no gusta. Según explicaron, esta vía tiene un gran desnivel que perjudicaría a los propietarios de las atracciones que se instalaran en ella y está rodeada de maleza. «En una caseta de tiro te quedaría el mostrador por la nariz. Además las atracciones que se colocaran ahí estarían alejadas del cogollo de la feria pero pensamos que tiene solución. Hay que hacer las cosas sobre el terreno ya que en los planos se ve todo recto», indicó José María López, uno de los feriantes.
El colectivo de feriantes está convencido de que la nueva ubicación del ferial será perjudicial para sus intereses al no poder llegar a pie desde la ciudad sino solo en coche o en autobús urbano y lamenta que los vecinos de algunos barrios hayan protestado. «Burgos es la capital de España que menos ferias tiene. El mínimo que nos instalamos es 15 o 16 días. Además, siempre ha habido controles de ruido y de todo tipo. La gente se queja de todo», lamentaron (...).
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