Todavía no tienen edad para hacerles ropa a los nietos, pero les gusta tejer. ¿Y qué mejor que hacerlo en compañía y con una café o una caña delante? Ese es el espíritu del grupo de aficionadas al punto que cada semana se reúnen en cafeterías o parques de la capital (siempre que el tiempo lo permita) para desplegar sobre la mesa su artillería multicolor y dar forma a gorros, bufandas, bolsos, calcetines, camisetas, chales, mitones, animales de juguete y otras tantas prendas, siempre y cuando sean de lana. No hay nada que se les resista, pero como no todas dominan por igual los distintos tipos de punto, aprovechan las quedadas para aprender y perfeccionar. «No organizamos cursillos al exterior, pero entre nosotras sí nos enseñamos», matizan.
Todo empezó hace unos cuatro años, cuando las pioneras del grupo, las hermanas Nekane y Nerea, pensaron que en lugar de quedar siempre ellas dos para tejer juntas en casa, podían animar a más gente. Así que hicieron pública la invitación en un blog y el boca a boca fue jugando su papel hasta que conformaron un grupo relativamente amplio de fanáticas de la lana y las agujas, que no deja de crecer. «Siempre crees que eres tú sola la que tiene la afición, pero luego te das cuenta de que hay mucha más gente», explica Sandra, otra de las veteranas. El contagio ha sido la mejor herramienta para promocionar su afición y, al final, acabaron creando un blog específico del grupo para informar de sus quedadas, creaciones, excursiones y otras tantas actividades:www.enpuntooaymedia.blogspot.com
Su presencia en las cafeterías no pasa inadvertida, y casi todo el mundo les echa miradas que comienzan siendo de reojo y acaban siendo descaradas o, incluso, hay quien se acomoda como espectador para seguir con atención el tintineo de las agujas. Es probable que para muchos no sean más que un grupo de excéntricas pero, en realidad, ellas se han limitado a hacer en público algo que siempre se ha en privado entre amigas o en las tiendas de lana. «Nuestros amigos, al principio, sí que lo veían con extrañeza, pero luego ya no te dicen nada y les parece normal», comentan Esther y Fani, que para la ocasión se han ataviado con un chal de calados y un jersey crudo de ochos, ambos confeccionados por ellas mismas, como era de esperar.
Otro de los tópicos que han roto es que el punto sea cosa de chicas y, más concretamente, de abuelas. Todas ellas son jóvenes y cuentan con orgullo que el grupo ya tiene un participante masculino, aunque no pudiera asistir a la última quedada y participar en este reportaje. A esto hay que añadir que los maridos de algunas de ellas también colaboran activamente con la causa haciéndoles a mano ganchillos de madera de distintos grosores.
Casi todas ellas explican que de sus madres y abuelas aprendieron lo básico, el derecho y el revés, pero matizan que «lo gordo» lo han aprendido gracias a internet, a los libros y a sus quedadas. En este sentido, también parecen coincidir en que Esther es la más aventajada- empezó a los ocho años- y, por lo tanto, quien más consejos da, pero tampoco dudan en viajar en busca de conocimientos. Irene, por ejemplo, explica sin dejar de tejer que «yo estuve en un taller en Asturias en el que me enseñaron cómo afieltrar lana, y en el precio entraban también varios ovillos de lana de oveja cien por cien».
Encontrar ovillos de estas características en Burgos es bastante difícil, por no decir imposible, y más teniendo en cuenta que las tiendas de lana están yendo a menos. Pero ahí está internet. La red no solo les ha permitido darse a conocer, sino que también la emplean para comprar, para seguir a otros grupos de tejedoras de distintas ciudades españolas o, también, para vender sus creaciones. En un principio solo tejían para ellas, pero después de que el verano pasado les ofrecieran participar en un mercadillo de artesanía, decidieron seguir comerciando. Algunas de las creaciones pueden verse en el blog con etiquetas y precios, pero para otros casos explican que es mejor hablarlo directamente con ellas.
en la calle. Puede que las pasadas Navidades se preguntara quién habría ataviado con prendas de punto a las múltiples esculturas de bronce repartidas por la capital y, sobre todo, por qué motivo. Unas fundas para los cuernos del toro;gorros, bufandas y calzoncillos para los hombres de Atapuerca; un pañuelo para la castañera;otro gorro para el herrero... Ahora ya tiene la respuesta. Las autoras de las creaciones explican que fue su primera incursión callejera, pero no la última, a pesar de que algunas de las esculturas perdieran los complementos en cuestión de minutos.
Para la próxima Semana Santa están preparando otra actividad callejera sobre la que no quieren adelantar nada porque «es sorpresa», pero que, según dicen, no pasará inadvertida, «se va a enterar toda la ciudad». ¿Quiere unirse? Pues esté atento a la próxima convocatoria en el blog de las quedadas de punto en Burgos: www.enpuntooaymedia.blogspot.com. También tienen una página de Facebook.