Escribir un libro es emprender una aventura que no sabes donde te puede llevar. Es entregarte a la literatura en busca de esa página que te llene, de ese capítulo que emocione, de esa última página que te llene el pecho de un orgullo inigualable. Escribir es descubrirse a uno mismo, encontrar sentimientos que no sabías que existían, llegar a lugares que solo viven en ti. Escribir es poder, con tus propias palabras, llegar a ojos ajenos que se recorran tus líneas dejando todo un legado de sensaciones a su paso.
Jess Penas decidió hace dos años perderse entre sus letras y encontró un libro. Odalis es una obra intrigante, de suspense, de esas que no dejan indiferente. Comienza con una protagonista incapaz de seguir adelante, anclada en los traumas de su propio pasado y termina siendo un huracán que recoge a su paso protagonistas familiares y psicólogos que plantean una trama de secretos que acaba explotando en los capítulos finales.
El guion se ha ido componiendo poco a poco, con cuidado y mimo. Sin las prisas que muchas veces acaban condenando a los proyectos a ser una recopilación de frases inservibles que no llegan a nada. Dice su autora que lo ha ido improvisando todo. Que cada día, al enfrentarse al imponente reto de una página en blanco, decidía el rumbo al que quería condenar a su historia. Porque improvisar suele ser la mejor manera de crear. Dejarse llevar y hacer de cada párrafo un pequeño refugio en el que protegerse de todos los peligros que se encuentran en el exterior.
Jess tiene la asombrosa capacidad de adaptarse para escribir en todos los entornos posibles. Una vez se sienta delante de su portátil, abre la puerta de sus sentimientos y comienza fluir sin límites. En un año de mañanas despertándose a las seis y compaginando su faceta creativa con su vida más personal ha logrado este trabajo que se ha autoeditado. Autoeditado porque la editorial con la que un principio lo iba a publicar, se cayó del mundo de la producción de ejemplares. Y de ahí a buscarse la vida, a encontrar correctores, maquetadores y una imprenta que reconoce que cumplió con sus plazos para hacer de Odalis una realidad que el día 7 de julio vio la luz.
Esta es su primera novela pero no su primer proyecto. Con 18 años comenzó a escribir un libro al que asesinaron los procesos informáticos. Desde ahí renunció a dedicarle tantas horas en serio a la escritura en busca de una historia que se amparara bajo el registro de la narrativa, para explorar nuevos géneros. Tiene a día de hoy un libro de relatos y siempre busca estar rodeada de literatura. Colabora en presentaciones, escucha a artistas y trata de extraer de cada uno algo que luego pueda exportar a sus trabajos. Penas comenzó a los 16 años dejando pinceladas en canciones de rap, y ahora ha llevado esas letras a su obra principal. Esa con la que se ha expresado y que quiere llevar a todas las personas posibles, porque aunque uno cuando escribe lo hace para sí mismo, nadie renuncia a convertirse en referencia literaria.