Los establecimientos hoteleros de la capital y del alfoz han recuperado la alegría en lo que a flujo de clientes se refiere. Tal y como viene siendo tradición, están viviendo una semana con la ocupación de sus habitaciones en máximos por el turismo de paso nacional y extranjero, situación que prevé repetir la que viene, cuando, además, coinciden el puente de la Virgen de y la celebración de la Vuelta Ciclista de Burgos, con un efecto «muy importante» en el sector debido a que representa un 20% de las pernoctaciones en los alojamientos.
Este alivio del mes vacacional por excelencia se produce en un contexto general que los empresarios valoran por debajo de las expectativas iniciales que manejaban durante el mes de junio. «Cuesta más colgar el cartel de completo que en años anteriores», explica el presidente de la Federación de Hostelería, Luis Mata, quien pone como ejemplo la campaña estival de 2019, el año previo a la pandemia, caracterizada por una mayor facilidad a la hora de alcanzar ese objetivo y por unas reservas con estancias más prolongadas.
Los últimos datos al respecto del Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a junio, revelan que la estancia media de los viajeros que recalan en la ciudad burgalesa es de 1,49 días, frente a los 1,55 del mismo periodo pero del ejercicio anterior. Las cifras coinciden con las que maneja la patronal en la evolución de este indicador turístico tanto en julio como en lo que lleva transcurrido agosto. En este sentido, la patronal precisa que los viajeros, ya sean españoles o internacionales, se quedan de media solo una noche o dos como mucho.
El motivo al que hace referencia Mata para explicar esta situación no es otro que el hecho de que Burgos se trate de un destino de paso. Es decir, los viajeros nacionales lo suelen incluir en su ruta hacia otras localidades del país, principalmente de la costa norte de España, y los extranjeros, en su camino hacia las playas del sur o en el recorrido desde su país de residencia en Europa hacia sus lugares de origen en el norte de África. Se trata de colectivos que, según sostiene, sustentan buen parte de la ocupación en estos meses centrales del verano en los que cae la afluencia de peregrinos del Camino por el calor.
Jornada de la juventud. El «buen comportamiento» del sector durante estas dos semanas ya se anticipaba a la pasada, cuando las reservas llegaban a alcanzar el 70%. Se notó en esas fechas la llegada de los participantes que acudían la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Lisboa (Portugal), sobre todo en el sector de la restauración, si bien fueron los establecimientos hoteleros los que más se beneficiaron de su regreso, que contribuyó al lleno de habitaciones el lunes. A todo ello, Mata agrega que la ola de calor de estos días no ha repercutido en las pernoctaciones previstas, a diferencia de lo ocurrido el año pasado, cuando trajo consigo un aluvión de cancelaciones debido a su prolongación en el tiempo.
El también presidente de la Asociación de Alojamientos Turísticos recuerda que el llamado turismo del frío ya se daba en los años 50, cuando llegaban a Burgos viajeros procedentes de Madrid que huían del calor, incluso, «por prescripción médica». En el momento actual, en el que estos episodios de temperaturas extremas se repiten cada vez con más frecuencia, aboga por sacar partido a esta «fortaleza» para que la ciudad pueda sumarse al circuito de los destinos atractivos por su meteorología, como es el caso de las comunidades del norte.
«Hay que tener en cuenta que en el sur, además de las temperaturas, se están produciendo también restricciones de agua, lo que no favorece al turismo», sostiene, al tiempo que aboga por «dar una vuelta al Burgos no te dejará frío» y mira hacia la administración local y provincial. No es la primera vez que distintos sectores económicos apelan al tiempo burgalés para atraer turistas. La Federación de Empresarios de Comercio (FEC) planteó junto a la Federación de Hostelería aprovechar el frío como reclamo dentro de una propuesta de dinamización del sector presentada a la sociedad Promueve y que también incluía vales turísticos conjuntos.
Volviendo a esta temporada alta, Mata reconoce que las expectativas iniciales no terminan de cumplirse, después de un julio en el que la ocupación media se ha quedado en el 70%, con «lleno solo en días muy puntuales». Su explicación pasa por una «situación de incertidumbre», tanto en el ámbito político como económico, que retrae el consumo, añadiendo de igual forma que la subida generalizada de los precios y de los tipos de interés han hecho ya mella en los bolsillos.
Para finalizar, el empresario reconoce que tras estas dos semanas de pico hotelero llegará un «bajón», aunque las reservas se mantendrán en niveles óptimos debido a que «estamos en verano». De cara a septiembre, confía en un comportamiento favorable, al igual que ocurrió durante mayo, impulsado por un turismo de mayor edad al que no afecta el calendario escolares y por un nuevo repunte de peregrinos del Camino de Santiago.