El cámping, «con colas como nunca en la vida»

L.N. / Aranda de Duero
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DB acompaña a Paula y Juan en su aterrizaje en el parque General Gutiérrez. Viven en Alicante y son fieles al festival. Llegaron con una hora de antelación, no se esperaban tal espera, pero lograron sombra

Juan y Paula, que fueron los primeros en llegar de su cuadrilla de amigos, en pleno montaje de su tienda de campaña. - Foto: L.N.

Paula y Juan no daban crédito a lo que vieron ayer, nada más llegar, a la zona de acampada. Esta pareja de alicantinos, ella con raíces en la Ribera del Duero, suman unas cuantas ediciones de Sonorama Ribera a sus espaldas. «No falté ni el año de la pandemia», recordaba Paula con una sonrisa. Pues bien, tras una experiencia de 14 años en estas lides, ayer presenciaron algo que les hubiese resultado difícil de creer hace no demasiado tiempo. El parque General Gutiérrez, donde se ubica el cámping, abría a las 12 del mediodía. Ellos, previsores, decidieron recalar a las 11. Su sorpresa fue mayúscula porque un sinfín de asistentes, mucho más madrugadores, se agolpaban a las puertas del recinto. «Se han formado unas colas como en la vida, esto es impresionante», aseguraban entre miradas de cierta incredulidad. Eso sí, una vez dentro, ambos se lanzaron a encontrar un sitio a la sombra lo antes posible. He ahí la clave. Tras valorar un par de opciones, la pareja, ella de 32, él de 38, decidieron instalarse muy cerca de una fila de baños y no demasiado lejos de las duchas. Todo en cuestión de segundos, claro. Porque las 'riadas' de personas cargadas con tiendas, almohadas y neveras, entre otros tantos utensilios, eran tales que en un abrir y cerrar de ojos cualquiera te podía birlar la preciada sombra. Y, obviamente, en plena ola de calor, la cuestión no es para nada menor.  

«Bien, ya estamos, ya estamos», comentaba satisfecho Juan, porque el año pasado les tocó clavar las piquetas «a tomar viento», algo que les obligó a darse unas buenas caminatas para llegar a los conciertos en el Picón. En apenas 20 minutos, y en una clara demostración de que la experiencia siempre es un grado, montaron cuatro tiendas: la suya y las de los amigos que se irán sumando estos días y a los que Diario de Burgos acompañará para relatar en primera persona las vivencias que experimenta esta cuadrilla en un Sonorama Ribera que les tiene enganchados. «Aquí el que viene repite», aseguraba Paula. Paradójicamente, esta será la edición más en petit comité que vivirán, con solo cinco amigos, ya que otros años rondaban, por lo menos, la docena. Eso sí, estos días también les servirán para reencontrarse con la pandilla de San Adrián (Navarra) a la que conocieron hace ya varias ediciones. 

Porque si algo destaca esta pareja es el ambiente que se vive en el cámping en particular y en el festival en general. Aunque ellos tienen furgoneta y viajan a menudo con ella, no perdonan la acampada en Sonorama por el «buen rollo» que se genera. «Venimos cada año por dos razones: porque el ambiente en el centro de la ciudad no lo tiene ningún otro festival y porque este cámping, con tanta sombra, está genial», afirmaba Juan, al tiempo que precisaba que esto les sirve para «huir» del calor en Alicante. Mientras, Paula remarcaba:«Es que lo que se vive es impresionante. Empecé viniendo los jueves, cuando los conciertos eran gratis, y después me iba a dormir al pueblo, hasta que decidimos acampar. Hoy todo el mundo que viene alucina con lo que pasa y con la fiesta que hay en el centro». Así las cosas, la pareja se organiza sus vacaciones de verano de forma que una semana se van a Pirineos y otra a Aranda o viceversa. Sólo cambia el orden. Nunca el destino. «Sonorama es como mi casa», concluye Paula.