La Guardia Civil pide protocolos ágiles contra el ciberdelito

D. ALMENDRES / Burgos
-

La Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) cuenta con una amplia estructura y un sólido grupo de investigación que trabaja en la provincia para perseguir un tipo de delincuencia «sin fronteras»

La labor de la Guardia Civil se extiende en todo el territorio burgalés con especial atención a las personas y empresas del entorno rural. - Foto: Valdivielso

La ciberdelincuencia tiene mil ojos y cuenta también con mil argucias para alcanzar sus objetivos. La precaución es la principal herramienta de seguridad al alcance de la mano de ciudadanos y empresas, pero el crecimiento exponencial de este tipo de delitos obliga a los cuerpos de seguridad a incrementar y perfeccionar de forma constante su labor de vigilancia. 

El lado oscuro avanza a toda velocidad y exige una permanente evolución a los agentes y a los equipos especializados. La Guardia Civil cuenta en Burgos con una estructura de trabajo sólida para abarcar el infinito campo de la ciberdelincuencia, el cual cobija desde estafadores a pequeña escala a grandes organizaciones criminales y desde una expareja despechada con ganas de venganza a un acoso sistemático e insoportable.

El primer nivel de control se ubica en las unidades de los Puestos Territoriales. Estos cuentan con asesoramiento y están supervisados por los equipos Arroba, los cuales también llevan sus propias investigaciones y colaboran con el equipo de Investigación Tecnológica (Edite). Por encima de ellos se sitúa la Unidad Central Operativa (UCO) como órgano central del servicio de la Policía Judicial de la Guardia Civil.

Esta estructura funciona con la mayor coordinación posible para moverse con destreza en un mundo complejo, sin fronteras y muy difuso en su seguimiento. Sin embargo, el capitán de la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Comandancia de Burgos, José Ramón Martín, destaca las dificultades a las que se enfrentan diariamente para atrapar a los delincuentes. «Son investigaciones farragosas que se dilatan en el tiempo y no hay una oportunidad buena para actuar», explica. 

Por ello, solicita protocolos de investigación «más ágiles a nivel estatal». «Tenemos problemas para obtener datos rápidos porque el dinero se dispersa en un momento y es muy difícil seguirlo o recuperarlo», apunta. Y es que la espera en algunas investigaciones internacionales puede alcanzar los dos años, haciendo «inservible» el trabajo desarrollado hasta entonces. «Es una delincuencia itinerante y sin fronteras, tan especializada como deslocalizada, y ese es el principal problema», advierte el capitán Martín. 

Cuando una persona puede tener 20 identidades distintas con una gran capacidad para desplazarse la situación se complica al máximo, más con los aspectos a mejorar en la legislación. «A una persona de un pueblo de Burgos la pueden estafar desde cualquier país del mundo y es importante contar una línea fuerte de trabajo para determinar las legislaciones a aplicar en cada caso», subraya.

A pesar de las circunstancias, la Guardia Civil dispone en Burgos de los medios necesarios para combatir la ciberdelincuencia a lo largo y ancho del territorio. Hoy en día, la mayor parte de los delitos tienen su parte tecnológica, aunque no todo es ciberdelito. Asumida esta realidad, resulta fundamental construir una estructura de agentes especializados y dedicados a los diferentes tipos de investigaciones -patrimonio, personas, drogas, crimen organizado y laboratorio de criminalística- con el apoyo del CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado).Allí se cruzan los datos disponibles con la Policía Nacional y las policías autonómicas para colaborar en las pesquisas en un mundo complejo que se mueve con destreza «en el anonimato y en el tránsito internacional».

A una persona de un pueblo de Burgos la pueden estafar desde cualquier país del mundo y es importante contar una línea fuerte de trabajo para determinar las legislaciones a aplicar en cada caso»

Esos diferentes niveles de investigación llevan a perseguir desde pequeños cargos indebidos de forma puntual a grandes tramas delictivas. «A veces los métodos no tienen que ser sofisticados, pero logran confundir a las personas», destaca el capitán Martín. Todo ello obliga a la Guardia Civil a trabajar en una formación continua y a vivir el trabajo «al cien por cien» para contrarrestar este tipo de actuaciones. «Vemos cómo evolucionan las estafas y cómo trabaja el crimen organizado. Todos los días hay un método nuevo y cuando lo detectamos se hace un documento interno para que el resto de Comandancias vean cómo se ha producido esta estafa», advierte.

El grooming (acoso y abuso sexual online), el acoso en espacio escolares, las estafas en inversiones, el blanqueo de capitales... son prácticas delictivas muy diversas y todas son perseguidas desde la Comandancia de Burgos, con especial atención a aquellas situaciones en las que la víctima es un menor.

Todos los casos merecen la misma atención y cuidado, pero no todos tienen el mismo alcance y la amenaza de los estafadores profesionales siempre está latente. Son organizaciones montadas como empresas que ofrecen sus servicios o proporcionan las herramientas necesarias. «Ya no se necesitan grandes conocimientos en programación ni métodos muy sofisticados», advierte.

Al fin y al cabo, se trata de organizaciones internacionales que no están en el país donde cometen el hecho delictivo y que cuentan con divisiones especializadas, como puede ser en programación o en blanqueo de capitales. Las criptomonedas, por ejemplo, es una rama «difícil de rastrear» que supone un gran desafío para los agentes, aunque en Burgos cuentan con los mejores especialistas en la materia.

La Guardia Civil actúa en todo el territorio para atajar este tipo de prácticas, una labor compleja en la que cuentan con la colaboración ciudadana. «Encontramos auténticos conocedores del mundo de la informática y el trato es cercano. Cuando pasa algo en un pueblo todo el mundo está alerta y se conciencian de lo que le ha pasado al vecino», explica el capitán Martín.