Eva Amaral y Juan Aguirre son «íntimos amigos» de Sonorama Ribera, festival en el que han actuado ya en cinco ocasiones desde 2011 y que este año repiten con un concierto único, en el que repasarán sus 25 años de carrera, a éxito por año. En 2008, Amaral fueron los pregoneros musicales de las fiestas patronales de Aranda pero el dúo zaragozano empezó su relación con la comarca ribereña a la vez que su carrera musical, en 1998, al poco de sacar su primer disco homónimo, Amaral.
Eran unos años en los que la programación cultural en los pueblos de la zona estaba en pleno apogeo, gracias al entusiasmo de algunos ayuntamientos y asociaciones culturales. Un ejemplo perfecto lo encontramos en Gumiel de Izán, donde en ocho años organizaron 45 conciertos en los meses invernales. Uno de ellos fue el de Amaral, desconocidos por aquel entonces fuera del ámbito musical aragonés, que actuaron casi en acústico en la Sala La Peña. «No trajeron un acompañamiento y fue un concierto muy íntimo, con una sensación de conexión, de estar ahí como estás en tu casa con alguien que toca, con su voz y la guitarra, es lo que consiguieron», recuerda Concha Arias, que entonces era la presidenta de a Asociación Cultural La Muralla.
Les eligieron para animar la noche del viernes 19 de junio de 1998, después de que su agente les mandase una maqueta en cita de casete junto con otras tantas. Pero sus letras y la voz de Eva les hizo destacar y aprobaron su contratación. «Pagamos 45.000 pesetas por aquel concierto», especifica Concha, lo que vienen siendo 270 euros, cuando en la actualidad su caché no baja de los 60.000 euros.
De hecho, gustó tanto que regresaron a Gumiel de Izán en diciembre de ese mismo año, y su tarifa se había incrementado en 30.000 pesetas más, hasta llegar a los 450 euros, y volvieron a protagonizar un concierto en Sotillo de la Ribera, dentro de la fiesta de la Mancomunidad de la Ruta del Vino Afluente Rural, ahora desaparecida.
Hubo un intento previo para el debut de Amaral en tierras ribereñas, concretamente en la programación del verano cultural de Milagros de 1997, donde estaban anunciados con otros conciertos, como el de María Dolores Pradera y María del Mar Bonet. El de Eva y Juan, además del del grupo Greta y los Garbo, se tuvieron que suspender porque la venta de entradas no fue suficiente.
Todo muy casero. Aquel primer concierto gomellano fue de andar por casa. Además del formato acústico, al que añadieron otra guitarra, bajo y batería en su segunda visita, la logística de la actuación fue un 'yo me lo guiso, yo me lo como'. «Les extrañó que el técnico de sonido fuera al alcalde, aunque para nosotros era una situación de lo más normal del mundo, y yo me encargué de hacer las fotos, otra colaboradora se encargaba de la barra y así todo», recuerda Concha. «Nos repartíamos de esa manera, era un esfuerzo compartido que era fácil de hacerlo», reconoce Julián Molero, el entonces alcalde y responsable de que todo sonase bien, y de grabar la actuación en directo, que luego se plasmo en un casete.
Ellos dos fueron los encargados de recibirles a su llegada a Gumiel de Izán, «vinieron solos en un coche» apostilla Julián, y de alojarles en su propia casa, donde desayunaron a la mañana siguiente del concierto. «Él era mucho más retraído, Eva más abierta y habladora, gente muy muy normal», califica Julián a los miembros del grupo cuando se bajaban del escenario. «Juan por la mañana se levantó prontísimo y se fue a correr por aquí, por los campos, y volvió a desayunar», aporta Concha esta costumbre de Aguirre a modo de anécdota.
Pero lo que más sorprendió a Amaral fue que les invitasen a lo que, aquí en la comarca, llamamos merendar. Tanto es así que diez años después, en una entrevista publicada en este periódico con motivo de su concierto previo a las fiestas patronales de Aranda, Eva Amaral aún lo recordaba. «Recuerdo la merienda, que yo era la primera vez que lo vivía de esa forma porque en Zaragoza la merienda era comerse un bocadillo y ya, pero allí la merienda era de repente morcillas y no se qué, una cosa enorme, comida como para una boda, espectacular. Recuerdo la hospitalidad de aquella gente que no tenía límite», respondía la vocalista del dúo.
En ese 2008, Eva aún no había olvidado esa relación con Gumiel de Izán, calificándolo como «muy especial». «Vimos a una gente maravillosa, volcada en organizar conciertos en su pueblo y cuidar hasta el máximo detalle. Recuerdo que el alcalde, Julián, y su mujer, nos alojaron en su casa, encantadores los dos, y hemos seguido manteniendo el contacto con ellos, nos mandan invitaciones para cosas que organizan en el pueblo como el mercado medieval», detalle que tanto Concha como Julián recuerdan también con cariño.
Y los gomellanos se convirtieron, a partir de ese primer concierto de hace 25 años, en los fans número uno de Amaral. «Impactó, la verdad es que nos gustó a todos muchísimo la voz que tenía Eva, era brutal, y la gente estaba entusiasmada. Me acuerdo que les dijimos que seguro que iban a triunfar, lo único que esperamos es que te acuerdes de nosotros cuando estés ahí arriba», rememora Julián el día después de aquella cita.
Los vecinos de Gumiel de Izán no le pusieron fácil a Eva y Juan que se olvidasen de ellos. De hecho, «todo el pueblo tenía una relación especial con Amaral y en un concierto, cuando ya eran muy famosos, hicieron un concierto en Burgos y contratamos un autobús; nos fuimos a verles 60 personas, hicimos una pancarta de tela y Eva se la puso encima de los hombros, recordando al pueblo y aquel concierto de 1998, porque aquella fue una de esas actuaciones épicas», pone como ejemplo Concha de la fuerte relación que, todavía, une a Gumiel de Izán con Amaral.