La tierra más habitada de diversión

M.S.B. / Burgos
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Los García (Ana y Andrés, de Ronco Teatro) son historia y sonrisa de Burgos y provincia, y se trasladan en estas fiestas del Espolón al 'jardín botánico' en el paseo de la Isla

Ana García y Andrés García, de Ronco Teatro. - Foto: Valdivielso

Los aquí presentes, Ana Rosa García López, burgalesa del 69, y Juan Andrés María García Moreno, bisnieto del que puso los nombres 'raros' de Huerta de Rey y allí nacido en el 66, son historia viva del teatro y las artes escénicas burgalesas de las tres últimas décadas. Y también 'catedráticos' de historia revivida sin pasar por la facultad.

Risueña pareja artística y sentimental, Ana García y Andrés García, desde hace 21 años Ronco Teatro y antes con otros nombres, están especializados en rutas teatralizadas por la ciudad y la provincia y en recreaciones históricas. Dirigiendo, escribiendo o colaborando, su buena mano y gran talento están detrás y delante de la vida teatral de Espinosa de los Monteros, Olmillos de Sasamón, Presencio, Villarcayo, Sasamón, Oña, Melgar de Fernamental... Y lo estuvieron en Quintanapalla, Santa María del Campo, etc.

Pero hoy sonríen a la cámara en esta página festera y se presentan en el Paseo-Parque de la Isla por otro de sus muchos registros, este más cercano a la infancia. Su ya tradicional, vivo y cambiante espectáculo Gigantones y Cía no faltan a la cita sampedrera, aunque haya cambiado de lugar al dedicarse este año los Cuatro Reyes del Espolón a la música.

Los García, junto a Violeta Ollauri, Fran de Benito y Ori Esteban, vuelven a cautivar la atención y la diversión del público con sus disparatadas aventuras dentro de 'Isla Fantasía' (antes 'Islantia') el viernes 28 y el miércoles 3 de julio en el Paseo de la Isla y el domingo 30 entre el Teatro Principal y la Diputación como previa y calentamiento del Pregón Infantil.

'Isla Fantasía' da vida y algarabía saludable entre cientos de especies arbóreas diferentes, sombras, piedras talladas...

Botánico artístico. Y ya que estamos por aquí, en uno de los escenarios de la fiesta y de mayor orgullo y deleite de los burgaleses, pulmón y botánico admirable, recordaremos que este paseo y parque de casi un kilómetro de largo recibe su nombre por las islas y esguevas que antaño se formaban en el río Arlanzón, cuando no estaba regulado, que discurre por su lado sur a hacerse tributario del Arlanza. Por la cara norte, además de un carril bici, se encuentran como referentes sociales e históricos el Hospital San Juan de Dios y el Palacio de la Isla, sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.

A lo largo y ancho de la Isla, entre árboles singulares y ejemplares imponentes, al arrullo del agua de la Sierra de la Demanda, el paseante se topa con restos artísticos de monumentos desaparecidos o derruidos, como los arcos renacentistas de Castilfalé (¡cuántas promesas de amor y fotos de boda se han hecho allí!); o una fuente procedente del Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela). También hay un busto en honor a Miguel de Cervantes y una fuente con estanque, además de diversos juegos infantiles.

La riqueza de lo inestable. Pero hoy toca centrarnos en los días de fiesta que se presentan ante nosotros cargados de actividades para disfrutar, socializar, compartir, aprender, olvidar los libros y los móviles... Y qué mejor que a base de aventuras disparatadas, personajes pintorescos y sonrisas de la mano de Ronco Teatro, de sus gigantones y de sus visitantes. Siempre hay sorpresas, no se sabe por dónde van a salir. Improvisar es uno de sus fuertes. No en vano Andrés y Ana García, que ensayan en La Parrala y elaboran sus vestuarios, llevan casi tres décadas sobre los escenarios y decenas de personajes en sus ropajes y memorias. Y todos dejan algo para compartir.

Estos polivalentes artistas se sienten felices de su apuesta personal y profesional, de formar parte del ocio y de la cultura burgalesa, y de donde les contraten, pese a la inestabilidad que acarrean las artes escénicas, "pero te aportan otras cosas que valoramos mucho que no tendríamos en una fábrica: la tensión creativa, el conocer a mucha gente nueva, trabajar con los vecinos de los pueblos y su gran entusiasmo, horarios más flexibles (ella, pues él trabaja también 5 horas por la mañana en una oficina), estar de aquí para allá, buscar textos y situaciones que diviertan, las sonrisas y aplausos del público...", dicen entre ambos.

Y sus Sampedros, pues atentos a las actuaciones programadas y al teléfono por si surgen más bolos para este verano y les caben en su calendario. Las vacaciones, en septiembre.