Mantiene colaboraciones con distintos medios de comunicación y de vez en cuando acude al Congreso de los Diputados para no dejar de ser testigo directo de la actualidad. Desde su extensa y prolija experiencia, hoy acude a Burgos (19.30 horas en Cultural Cordón) para impartir una conferencia sobre la información en los tiempos que corren dentro de ciclo de charlas organizado por la Cátedra Monarquía Parlamentaria que dirige Juan José Laborda.
Su conferencia lleva por título La información en tiempos de posverdad. ¿Cómo tiene que ser esa información?
Estamos en un momento en que no hay una especie de consenso, de convenio multidireccional aceptado por todos. No existe el respeto a los hechos verificados y verificables y cada uno presenta hechos alternativos. No es que se discuta la opinión, es que se discute la realidad de los hechos. Y esa discusión es la que inaugura los tiempos de la posverdad. La verdad ya no es algo ante lo que la gente se rinde. Es decir, que se ha roto esa especie de consenso sobre el que se avanzaba en el tema de la información. Y eso tiene consecuencias muy lamentables y penosas. ¿Por qué irrumpe y de qué se vale? Pues que la información ha dejado de estar confiada a profesionales de la información, del periodismo. Y nos pasa lo que hemos visto que ha sucedido ahora mismo en Valencia, que han estado inundados, pero al mismo tiempo han carecido de agua potable. Nosotros, en el ámbito de la información, estamos inundados de información pero carentes de información veraz y verificable, que es lo más necesario.
¿Cómo se puede luchar contra los bulos, teniendo en cuenta lo que ha ocurrido en Valencia?
El ejemplo de Valencia ha sido muy claro en el sentido de que los bulos han alterado y producido daños adicionales a los que ya producía de por sí la riada. Es una cosa complicada. El problema aquí es que, en busca de la audiencia y del clic, poniendo todo eso como la primera prioridad, se ha perdido el rigor, el contraste, la verificación, el esfuerzo y la investigación. Decía el director de la BBC hace 20 años: sabemos lo que quiere nuestra audiencia, por eso no se lo damos. O sea que uno de los factores de la tergiversación es agradar al público y al público muchas veces hay que llevarle la contraria. Hay que pasar por encima de la opinión del público cuando se tiene contrastada una noticia veraz.
El estruendo de las redes sociales no clarifica, sino que confunde»
¿Ve necesario que exista una regulación al respecto?
Yo sería muy cuidadoso en el tema de las regulaciones. Este asunto del que venimos hablando suele ser utilizado como pretexto por los poderes públicos para garantizarse no la verdad, sino la sumisión o para imponer la censura o hablar de información veraz y quedarse ellos con la definición y con ser garantes de la veracidad.
¿Y cuál es el camino a seguir?
Yo me pondría en eso en manos de la Unión Europea, que ha hecho sus reglamentos y que los ha hecho de manera muy sopesada y muy cuidadosa. Y yo creo que hasta ahí, firmar debajo y se acabó.
Usted no tiene redes sociales.
Pues no, y no las echo en falta. Comprendo la angustia de mucha gente, pero no la comparto. Ese estruendo de las redes no clarifica sino que, por el contrario, confunde y no aporta eso que llamamos realidad verificada, verdades que puedan sostenerse porque hay detrás de ellas una investigación o un trabajo. Cuando eso es vía libre, es aquí vale todo, pues hay una contaminación y al final lo que llaman actualidad tergiversa la realidad.
Recientemente se ha desencadenado un movimiento en torno al abandono del antiguo Twitter, ahora X. Uno de los medios que se ha sumado en España ha sido La Vanguardia. ¿Entiende esta postura o cree que se tiene que estar presente en todos los frentes?
Bueno, este asunto también es delicado. Yo respeto mucho lo que ha hecho La Vanguardia y no ha sido el primero. The Guardian creo que fue el primero en tomar esa decisión tan fuerte. Creo que cada medio, incluso cada individuo, tiene la capacidad de analizar lo que era el antiguo Twitter y el actual X y concluir qué es lo que debe hacer. Yo no voy a hacer recomendaciones, pero hay que hacerlo con muchísimo cuidado y hay que saber discriminar para no verse enfangados y ser llevados a donde no queremos ir y a donde no nos han consultado que nos van a llevar.
Hay que pasar por encima de la opinión del público cuando se tiene contrastada una noticia veraz»
¿Qué queda de aquel periodismo que ejerció?
Queda mucha gente, muchos medios... Naturalmente, aquel periodismo también tenía sus fallos, sus defectos y sus claudicaciones. O sea, nunca hemos estado a salvo del todo. Quien piense que una vez que se obtuvo la Constitución y se plasmó el artículo 20, ya estábamos bajo toda garantía, se equivoca de medio a medio. Hay que estar permanentemente atentos para evitar la corrosión de las libertades (...).
(Entrevista completa, en la edición impresa de Diario de Burgos de este martes o aquí)