Las sucesivas crisis, los cambios en los hábitos de consumo y la pérdida de población de Miranda justifican el incremento de locales cerrados repartidos por toda la ciudad. Aun así, hay algunas calles que todavía mantienen cierto encanto y que sirven de reducto para el comercio. Así lo explican en la asociación Acecaa, donde su presidenta, Sonia Araico reconoce que «se está viendo que tienes que juntarte en una zona que tenga servicios para atraer gente». En resumen, opina que es «una cuestión práctica para sobrevivir», aunque lamenta que eso también repercute negativamente en otras zonas de la ciudad, que de alguna manera languidecen con la falta de actividad.
El tramo peatonal de la calle La Estación, Ramón y Cajal, Arenal y la zona próxima al parque Antonio Machado. Esta parte ha tenido importantes mejoras en los últimos años, aunque «no tiene tanto que ver con eso, sino con que al final es una cuestión de que es la parte más cercana a la arteria de la ciudad», puntualiza Araico, quien admite que ese núcleo «también se tendría que ampliar un poco para que no quede tan pequeño», como siente que ocurre en estos momentos.
En los últimos años, varias tiendas de moda se han trasladado, aunque también hay otros sectores que buscan el calor de la muchedumbre. G&G Peluqueros se suma a la lista, porque dejan el local en la calle Alfonso VI donde llevan siete años. Ayer abrió su nuevo espacio a un par de manzanas, en la de Ramón y Cajal, y su responsable Vanesa García explica que «si por aquí pasan cien personas, por la otra lo hacen 2.000». En su opinión, la gente cada vez acude más a los puntos que aglutinan actividad «y al final es importante que un negocio se vea», y resume: «No hay que ser muy lumbreras para ver que se está centralizando todo». García valora también la reforma realizada en una parte de la paralela a la calle La Estación -donde ya está ubicada su peluquería- y ensalza que «ha quedado con una estética muy comercial».
Otro de los negocios que prepara las maletas para moverse todavía más al centro es la joyería Tito, aunque en este caso no tiene tanto que ver tanto con su supervivencia sino con una mejora. Representa un negocio de referencia para Miranda, con más de cincuenta años en la esquina que construyen Ramón y Cajal y Juan Ramón Jiménez. «Hay que reconocer que nos ha dado pena», afirma Amelia Fresno, que matiza que la necesidad de espacio y el atractivo de la nueva ubicación han decantado la balanza. Su ubicación actual resulta relativamente céntrica, «pero así nos acercaremos todavía más», ensalza Fresno, quien apunta que de esta manera «estaremos más a la vista de todo el mundo».
Además de los traslados que pueda haber al centro, en esta zona también resulta más sencillo el relevo en los comercios que buscan un traspaso. Ha ocurrido en algún local como Truko o en La Tienda de Lolín, donde Míriam Caubilla lleva unas semanas al frente. Pese a las dificultades a la hora de iniciar una aventura de este tipo, «sabía que aquí las tiendas tienen actividad y por el tipo de línea que tenía este negocio, pues me decidí por ver qué pasaba», admite, al tiempo que reconoce que la renovación de la calle se ha notado para bien.
Alquileres. La voluntad de emprender en el centro a veces se choca con una realidad: los precios de los alquileres. En este sentido, la presidenta de Acecaa recuerda el momento en el que a ella le tocó buscar. Corría el 2010 en un momento delicado «y los precios estaban por las nubes», critica, al tiempo que reconoce que después hubo una tendencia de bajada y «ahora ha vuelto a subir, en un momento en el que los comercios estamos tocados», lamenta, aunque también admite que los locales de los bancos «como han pasado años y ven que no los alquilan están rebajando el precio».
Araico matiza que la calle La Estación sigue con precios altos, pero los responsables de Tito también respaldan la idea de que las pretensiones de las entidades bancarias han bajado por el tiempo que llevan con la persiana echada. «En nuestro caso nos han dejado el alquiler muy bien, porque llevaba diez años cerrado y fue mandar nuestra propuesta y nos dieron el visto bueno», confiesa Fresno.
El potencial del negocio de la joyería está por encima de otros, como el de la peluquería. Por eso, «mucha gente se ha ido a la paralela, a Ramón y Cajal» explica la presidenta de los comerciantes, y la responsable de G&G reconoce que cuando preguntó por la calle La Estación encontró «alquileres desorbitados para mí, porque encontré hasta de 1.500 euros al mes», por lo que al final buscó un acomodo en la paralela, donde trabaja este fin de semana para su inauguración.