Son muchos los ejemplos de la inacción de los dueños de los inmuebles abandonados a su suerte a lo largo y ancho de la ciudad. Su deterioro tiene una especial repercusión en los edificios colindantes y, fundamentalmente, en los vecinos que los habitan que ven acumularse la suciedad, la presencia de roedores y palomas, de humedad o caída de cascotes. Ello afecta negativamente a su calidad de vida y también causa daños en sus viviendas.
Los residentes junto a la antigua fábrica Mifer, en la carretera de Arcos, lucharon durante años, para que sus propietarios derribaran unas naves que se había convertido en lugar de encuentro de pandillas y ladrones de material que se acumulaba en su interior. Cada cierto tiempo se caían elementos de estructura y preocupaba que cualquier día pudiera haber un accidente al haberse originado numerosos incendios en el interior. El diálogo entre el Ayuntamiento y los dueños y las multas giradas hicieron que este mismo año se produjera el derribo y el vallado. Los vecinos del bloque colindante podrán ahora restaurar la fachada mientras se vende el solar y se construyen los 40 pisos que prevé el PGOU.
Desde el año 2009 se ha prolongado la lucha de la Asociación de Vecinos del Casco Histórico Alto para frenar las molestias causadas por el estado ruinoso del número 14 de la calle Cabestreros. Las multas no inmutaron a sus propietarios y finalmente el Ayuntamiento realizó una actuación subsidiaria para tapar las ventanas y parte del tejado y evitar así los problemas causados a los residentes en el número 12.
También están sufriendo una situación parecida los vecinos de la calle Cardenal Segura, en la que se acumulan tres edificios en un estado lamentable. En todos se desprenden elementos de la fachadas y son un nido de palomas.
La asociación del barrio de ElCrucero lleva más de veinte años denunciando el estado en el que se encuentra la antigua fábrica de lejías El Cid, el tejado de uno de los tres edificios se ha venido abajo (otro está okupado) y en el interior hay toneladas de basura.