Las obras de derribo y recuperación ambiental de la antigua base militar de Picón Blanco llevan más de dos semanas paradas y esa situación se podría prolongar todo el verano. Montañas inmensas de escombro de hormigón esperan una autorización del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Valladolid, dependiente de la Junta de Castilla y León, que sigue sin concederse un año después de su solicitud. En el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros, que preside Paul Sánchez, se ha instalado la preocupación por la «mala imagen» que va a dar este espacio cuando los ciclistas pasen por Picón Blanco en la vigésima etapa de la Vuelta a España el 7 de septiembre, si para entonces no se ha resuelto este problema.
Lo que pretendía ser un revulsivo para atraer turismo de bicicleta podría convertirse en todo lo contrario, si las cámaras de televisión toman imágenes aéreas del estado actual de Picón Blanco. Desde la empresa adjudicataria, contratada por la Junta de Castilla y León para el derribo y recuperación ambiental de la zona, lamentan que sea la misma administración la que adjudique una obra y luego no resuelva la concesión de los obligatorios permisos medioambientales.
Todo arranca en un cambio normativo marcado en 2022 por el gobierno central en el que para poder machacar materiales de construcción en zonas naturales, las empresas del ramo precisan ahora de una autorización que les sirve para cualquier obra y por cada una han de hacer solo una comunicación responsable, que no precisa de contestación alguna. Hasta este cambio, por cada obra había que obtener una autorización. Lo que pretendía ser un desahogo burocrático para las empresas se ha convertido en una pesadilla, al menos, para las que dependen del Servicio Territorial de Medio Ambiente de Valladolid, porque «no saca las autorizaciones adelante», explican desde la firma HRD Amo 2019. En la región solo hay dos empresas que han logrado esta autorización.
En Picón Blanco ya se ha realizado el derribo de las cuatro construcciones del antiguo Centro de Transmisiones CT-9 de la Unidad de Ingenieros del Ejército de Tierra. También han separado algunos de los materiales y se ha trasladado a plantas autorizadas el bituminoso de la tela asfáltica de las cubiertas que el viento arrancaba de cuajo y dispersaba por el monte, la madera, el metal o los plásticos. Quedan montañas de escombro, que se han de machacar in situ con un equipo que hay que transportar a 1.529 metros de altitud, donde se encuentra lo que queda de la antigua base. El material machacado se valorizará y se reutilizará en la mejora de los caminos de la Lobera, Cacerneja y el Alto del Caballo, cercanos al Alto de Picón Blanco.
Laguna. Pero las máquinas se han ido y el equipo móvil de machaqueo espera en los almacenes el desatasco burocrático. Desde el Ayuntamiento están solicitando a la Diputación y a la Delegación Territorial de la Junta en Burgos que medien para de agilizar ese permiso que no llega. A finales de mayo, desde la empresa aseguraban a DB que en dos meses iban a estar concluidos los trabajos. Pero sin el permiso no puede avanzar el proyecto, que incluye la ejecución de una laguna para potenciar hábitats de anfibios aprovechando el hueco de uno de los sótanos. Desde la empresa advierten que el plazo de las obras, con un coste de 313.254 euros, concluye en mayo y lamentan también los efectos que tendría el retraso en la Vuelta a España.