Casi tres años después de que la Policía Nacional y la Guardia Civil llevasen a cabo la llamada Operación Game Over, los tres acusados de conformar una supuesta trama de tráfico de droga se sentaron ayer en el banquillo de la Audiencia Provincial. Entre medias, meses de instrucción y una suspensión de la vista oral a instancias de las cuestiones previas planteadas por las defensas, así como la puesta en libertad de los principales procesados tras más de dos años y medio de prisión provisional. En la primera sesión, los agentes que protagonizaron la investigación se mantuvieron en la teoría de que todos ellos tenían una red perfectamente organizada en cuya cúspide estaba José Ramón L., quien fue condenado en los 90 por el crimen del Chaplin de Miranda, al cual vincularon con grupos de narcos gallegos. La estrategia de sus abogados fue, precisamente, desacreditar principalmente esta afirmación.
A preguntas del Ministerio Fiscal, que pide penas de entre 20 meses y 13 años de prisión, el relato del instructor de la Udyco de la Policía Nacional comenzó en 2021 con una información que les llega de la Judiciaria de Portugal en el que mencionan el nombre de José Ramón L., sobre el cual no tenían ningún conocimiento en Madrid, pero sí en el Grupo de Estupefacientes de Burgos. Fue entonces, prosiguió, cuando pusieron en alerta a la Comisaría Provincial para que iniciase diferentes seguimientos.
Uno de ellos les llevó a la localidad de Puebla de Sanabria (Zamora), donde, siempre según la versión policial, vieron cómo el principal acusado realizó un intercambio de dos pequeños paquetes con miembros de un clan gallego. Eso sí, reconoció que en ese momento no pudieron determinar si se trataba de algún tipo de sustancia estupefaciente. De hecho, explicó que no se tomó declaraciones a ningún otro interviniente en el encuentro porque en cierta manera esta línea quedó en una vía muerta.
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