Los hoteleros fían un «buen verano» a reservas de última hora

B.G.R. / Burgos
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Los empresarios confían en llenar las tres primeras semanas de agosto tras lograr en julio una ocupación del 75 u 80%

La concentración de eventos familiares y festivos en mayo ha dado paso a un mes de junio con un movimiento algo menor, a excepción de las oposiciones de Secundaria de este fin de semana. - Foto: Luis López Araico

El optimismo generalizado con el que los empresarios afrontan los meses de máxima ocupación hotelera llega este año marcado por una  prudencia en sus previsiones turísticas. Dos son los condicionantes que citan a tener en cuenta. Por un lado, a esas reservas de última hora que pueden supeditar hacia un lado u otro la evolución turística del verano. Y, por otro relacionado también con este último, al comportamiento de la meteorología después de que la campaña alta de 2023 se viera en cierto modo forma por las sucesivas olas de calor.

Al margen de estas dos circunstancias, los pronósticos resultan favorables, con al menos la confianza de «como mínimo» repetir los resultados de las tres anteriores temporadas. Esto se traduce en alcanzar el 75 u 80% de ocupación media durante el mes de julio y conseguir prácticamente el lleno en la capital burgalesa las tres primeras semanas de agosto, con una disminución de las pernoctaciones  a finales de este periodo vacacional por excelencia y lograr una tímida remontada en septiembre, tal y como expone el presidente de la Federación Hostelería, Luis Mata, quien vincula esta valoración al movimiento que también se registre en los destinos de playa, que «están muy ligados al de Burgos» como ciudad de paso para el turista nacional e internacional. 

A la hora de que se cumplan o no esas predicciones, Mata hace especial hincapié en el tiempo. «Los días de calor extremo suponen un gran daño para los destinos de interior, ya que el ocio se restringe y nadie sale de casa para quedarse en el hotel», subraya, recordando en este punto lo sucedido en la primera parte de agosto de 2023, cuando -según sus cálculos- la ocupación llegó a caer un 10% respecto a lo previsto, con el mismo resultado en julio de 2022.

El también principal representante de la Asociación de Alojamientos Turísticos, entidad integrada en la patronal, prefiere dejar a un lado las perspectivas triunfalistas de conseguir un verano histórico, sino que se limita a tildarlo de «bueno», teniendo en cuenta, además, que este mes de junio está evolucionando de forma menos favorable que mayo, algo que, por otro lado, suele resultar habitual en la capital, pero que, sin embargo, podría mejorarse. En este sentido, considera que el quinto mes del año concentra numerosas actividades lúdicas en la ciudad, como es la Fiesta de las Flores o la Noche Blanca, mientras que el siguiente se queda más flojo ya que los Sampedros no suelen ser una cita que atraiga a demasiados turistas.

Por el momento y en el conjunto de la planta hotelera, la patronal  sitúa en este momento en torno al 30% las reservas de cara a un verano que está a punto de comenzar, si bien cada alojamiento maneja sus propias cifras. En el caso del Grupo Boutique Hoteles, con dos establecimientos en el centro y uno en Castrillo del Val, este porcentaje escala hasta el 60%, según avanza su directora comercial, Carolina Alonso, quien se muestra más optimista en las previsiones de la temporada alta y no comparte esa repercusión tan negativa en el sector de las olas de calor. «El verano pasado fue buenísimo y el anterior, también. No tuvimos cancelaciones por ese motivo y este año esperamos que, como mínimo, sea igual que el 2023», sostiene, si bien apostilla en este punto que el «mayor miedo» que puede existir hoy en día en esta actividad económica pasa por las dificultades a la hora de encontrar personal, principalmente en la restauración.

El empresario Juan Carlos Barriocanal, del Hotel Corona de Castilla, también se muestra positivo y confía en que se mantenga la tendencia de «explosión» turística que se produjo tras los años más duros de la pandemia, durante los que este sector se vio especialmente perjudicado por las restricciones. No obstante, reconoce la existencia de posibles inconvenientes que puedan condicionar esas previsiones, como es el tiempo, ya «que nos afecta tanto en invierno como en verano», así como el riesgo que conlleva la espera de esas reservas de última hora que marcan el perfil del turista que llega a la capital, a diferencia de lo que ocurre con el de playa, caracterizado por una antelación en su plan vacacional.

contención en el gasto. A estas circunstancias, Ricardo Garilleti, responsable del Grupo Rice, añade una tercera que tiene que ver con la capacidad de consumo de los clientes y una «cierta desaceleración económica que ya estamos empezando a notar» tanto en la restauración como en el del hospedaje. Con todo ello, se muestra prudente en sus pronósticos, si bien comparte esa previsión de lleno en las primeras semanas de agosto y de entre un 75 y 80% en el resto, lo que, en su opinión, «ya supondría una muy buena ocupación».

Los empresarios coinciden en que se ha producido una subida generalizada de los precios derivada, según explican, del incremento de los costes, aunque en la mayoría del casos sostienen que esta no se ha repercutido en su totalidad al consumidor. La patronal, al igual que la cadena Rice, calcula un aumento anual de las habitaciones entre el 4,5 y 5%, mientras que Barriocanal lo sitúa por encima del 8% y el Grupo Boutique Hoteles lo eleva hasta el 10%. En cualquier caso, todos coinciden en que la capital burgalesa continúa siendo una plaza  turística «muy asequible» en términos económicos que nada tiene que ver con las tarifas desorbitadas que se están alcanzando en localidades de la costa, o en grandes capitales españolas.