Ángel Ruiz es la última persona sobre la que se dirigió la acción judicial. Pero la investigación de la Policía Nacional sobre él durante 10 años no dio ningún resultado, no fue recabada prueba alguna contra él. Al punto de que el juzgado archivó la causa en el mes de septiembre del año pasado, a instancias de la propia Fiscalía, que no vio «suficiente prueba» y consideró que «no hay posibilidad de seguir adelante» con la acusación con la información -porque rehusó denominar indicios a los datos obtenidos- recabada en los últimos 10 años de pesquisas tanto policiales como judiciales. La última intentona de dar un impulso a la causa, la toma de declaración a un excompañero de prisión del investigado y al propio Ángel Ruiz, resultó un fracaso. El exrecluso relató el «odio» que sentía el vecino de La Parte por Salvador Barrio y por su esposa, subrayó su afición por las armas y resaltó su obsesión por el triple crimen, pues guardaba en la cárcel una importante colección de recortes de periódico sobre el caso. Pero no aportó ninguna información que pudiera incriminar directamente al investigado. Y, éste, en un discurso inconexo, se defendió de todas estas acusaciones.
Si las declaraciones de este testigo protegido y de otros no han dado resultados, la investigación de campo no tuvo mucho más éxito. Cuando hace un año el juzgado levantó el secreto de las actuaciones se puso de manifiesto que la Policía Nacional no pudo hallar ningún indicio físico que situara a Ángel Ruiz en el lugar del crimen.
Los análisis practicados a las evidencias obtenidas en los registros de las propiedades de Ángel Ruiz y su familia, tanto los efectuados en 2017 en Briviesca y en La Parte de Bureba, como en las inspecciones llevadas a cabo en inmuebles del sospechoso en este municipio en diciembre de 2021, no dieron ningún resultado que vincule al investigado con el triple crimen. Algunas prendas de ropa -como una camiseta y una sudadera- dieron positivo en sangre en la prueba del luminol cuando se practicaban los registros. Pero los exámenes que ha llevado a cabo el Laboratorio de Biología-ADN de la Unidad Central de Análisis Científicos de la Policía Nacional indican que «no se ha evidenciado la presencia de sangre en ninguno de los vestigios analizados». Tras ello, los especialistas pasaron a estudiar si había restos orgánicos de algún tipo, pero no se logró extraer ADN nuclear de ninguno de ellos. De haber obtenido restos biológicos 'buenos' se hubieran comparado con el perfil genético de las víctimas. En el caso de haber saltado una coincidencia, los investigadores sí hubieran tenido una prueba contundente contra Ángel Ruiz, pero no fue el caso.
En los registros tampoco fue encontrado ninguno de los efectos que desapareció del domicilio de los Barrio el día del crimen. El asesino, una vez consumado el homicidio, revolvió el bolso de Julia y al menos se llevó su Documento Nacional de Identidad (DNI), si bien la Policía cree que también pudo sustraer un teléfono móvil de prepago que solo usaba para recibir llamadas y una cadena. A Salvador le registró los bolsillos y los investigadores consideran que se tuvo que llevar las llaves del Audi A-4 blanco de su propiedad. Con ellas bajó al garaje del inmueble, abrió la puerta del coche y abrió el portón del aparcamiento con un mando a distancia que dejó en uno de los asientos, si bien en él no aparecieron restos de sangre.
Entre los muchos manojos de llaves que han sido encontradas en los inmuebles de Ángel Ruiz, tanto en las inspecciones que realizó la Guardia Civil en el caso del asesinato de su vecina como la Policía Nacional en su investigación del triple crimen, no figura ninguno con las llaves del piso de Jesús María Ordoño. Y la Policía considera que el asesino entró con una de las originales o con una copia, pues la puerta no fue forzada ni la cerradura presentaba signos de haber sido manipulada con una ganzúa. En las actuaciones aparece que tanto Rodrigo Barrio, hijo mayor del matrimonio, como una hermana de Julia testificaron en 2007 que ésta había perdido las llaves de casa en 2003. No lo denunció.
Entre los vestigios que fueron obtenidos en la escena del crimen, la Policía conservaba 32 pelos adheridos al cuerpo y a las ropas del hijo pequeño del matrimonio, con el fin de compararlos con el ADN de posibles sospechosos que aparecieran en el futuro. Pues bien, ninguno de ellos coincide la muestra indubitada que le fue tomada a Ángel Ruiz por orden del Juzgado de Instrucción número 2, que dirige la investigación judicial. Ni una sola prueba incrimina a Ángel Ruiz, que saldrá de la cárcel en el año 2031, tras 18 de condena.