Una vez que ha concluido la edición 27 de Sonorama Ribera, toca hacer balance. En esta ocasión, el festival arandino ha congregado a más de 145.000 asistentes, a razón de 40.000 almas durante cada una de las dos jornadas principales (viernes y sábado), más las 36.000 del jueves y otras 30.000 del miércoles, según estiman en la organización. Todo ello en un recinto que se ha rediseñado, de manera que se han ganado cerca de 10.000 metros cuadrados más para el público, tras haberse instalado los escenarios sobre la calzada de la carretera de Valladolid y también al sacar la zona reservada para la hostelería a la terminal de mercancías. Esto ha permitido elevar la comodidad y evitar las aglomeraciones de años anteriores. Su director, Javier Ajenjo, se muestra «muy satisfecho» y defiende que «todas las mejoras han sido notables». Eso sí, aboga por continuar trabajando y subraya que invertirán más en el Picón.
También en el cámping ubicado en el parque General Gutiérrez los usuarios se han encontrado más desahogados, pese al sofocante calor de estos días. En ello han influido varios factores. Por un lado, el hecho de haber recuperado el espacio que el año pasado se limitó por el riesgo de que se pudiera caer algún árbol. Y, por otro, la decisión de vender 3.000 bonos menos, lo que se ha traducido en un 10% menos de público en el cámping.
En el plano musical, la edición de 2024 dejará huella por el concierto de Luz Casal, que por primera vez en su dilatada trayectoria actuó en un festival indie. También por la celebración del 40 aniversario de Hombres G o por la emoción que desplegó Rozalén.
bandas emergentes. Otro de los pilares del festival ha sido la plaza del Trigo, abarrotada de jueves a domingo. Allí se han vivido momentos inolvidables como la reaparición del cantante de Supersubmarina, Jose Marín 'Chino' y del guitarrista Jaime Gandía tras el terrible accidente de tráfico que sufrieron en 2016 y que truncó su fulgurante éxito. El director de Sonorama lo calificó como «el momento más importante de todo el festival y de todo lo que ha pasado en muchos años». Para la eternidad quedará un banco decorado con el libro que cuenta la tragedia del grupo de Baeza y que se instalará en esta emblemática plaza. Plaza que, un año más, ha acogido a decenas de bandas emergentes. Ayer le tocó el turno a Gara Durán, a la que Ajenjo definió como una «futura estrella de la música de este país» y que compartió un par de temas con el arandino Barry B. Antes, cantaron Querido, Los Invaders y Sidecars (la sorpresa). Todo en un escenario insustituible y símbolo del festival, repleto hasta la bandera y sin que fórmulas como el escenario itinerante por diversos barrios hayan logrado atraer a la multitud.